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Actualizado: 14 de julio de 2025
Al lado de la voz waló, con mas ó menos variaciones usada en polinesia, emplean las lenguas que más se acercan al tipo malayo, las voces delapan y karua. En mal, sundanés y achinés, se usa delepan: es su origen sundanés según J. Rigg, en cuya lengua dua significa dos y lepan doblado. Refiriéndose á los dedos de las dos manos, que son diez, dos doblados, nos dejan ocho.
Las mil y una noches que ellos han contado de nosotros, repugnan de tal modo á la evidencia de los hechos, que si no pusieran el nombre de nuestro asaeteado país, los mismos españoles no conoceriamos que se hablaba de España. Los mismos españoles creeriamos que se nos hacia la descripcion de cómo viven algunas tribus de la Polinesia ó de las Molucas.
Una salvaje le había trastornado el seso, demostrando que en las islas de la Polinesia se dan casos de coquetería no menos refinada que la de los salones europeos. «¡Ay, qué bueno! exclamaba Fortunata riendo con toda su alma, al oír ciertos lances . ¡Si eso parece de acá...! ¡Pero qué lista...! ¿Has visto? ¡Y luego dicen...!». De europeas no había que hablar.
Por otra parte, aquel loco, más que ninguno, tenía pensamientos verdaderamente extraordinarios y sublimes. No se sabía ni de dónde venía ni adónde iba, ni lo que quería, pues Yégof erraba por todas partes como alma en pena; a veces hablaba de razas desaparecidas y decía que era emperador de Austrasia, de Polinesia y de otros lugares.
Seréis vencidos, aniquilados, reducidos a la esclavitud como lo habéis sido ya durante siglos enteros, porque yo, Luitprand, rey de Austrasia y de Polinesia, he decidido que todo vuelva al estado que antiguamente tenía... ¡Acuérdate! Y diciendo esto, el loco levantó el dedo con aire solemne.
Siempre he considerado a Yégof como uno de esos pobres diablos; sabe una infinidad de nombres y habla de la Bretaña, de Austrasia, de Polinesia, del Nideck y del Géroldseck, del Turkestein, de las orillas del Rin, en fin, de todo al azar; y eso parece que es algo y, en el fondo, no es nada.
Entonces, volviéndose hacia el loco, el almadreñero dijo: Entra, Yégof, y ven a calentarte al lado del fuego. Yo no me llamo Yégof respondió el desdichado como si le hubiesen ofendido ; yo me llamo Luitprand, rey de Austrasia y de Polinesia. Sí, sí, ya lo sé, ya lo sé dijo Juan Claudio . Me has contado todo eso. De cualquier modo, no importa; te llames Yégof o Luitprand, entra.
Palabra del Dia
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