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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Su extenuación física parece haber devuelto a su ánimo el antiguo candor infantil; y, cuando se informa con ansiedad de sus zapatos de baile, evidentemente vuelve a ser en todo la criatura virginal que en otro tiempo tendía la mano a Juan con una cordialidad sencilla, para darle la bienvenida.
A ver, a ver interrumpió el pobre hombre acercando más su silla a la mía, mientras se pintaba en sus ojuelos chispeantes la curiosidad que le devoraba. No crea usted que se trata de una cosa del otro jueves añadí sonriéndome. Sea del otro jueves o del otro sábado, ¡venga esa cosa por derecho y sin envoltorios, hombre! me respondió con un brío inconcebible en su extenuación cadavérica.
Era la pura verdad; pero, así y todo, insistieron las bonísimas mujeres en negarla, aunque no con los bríos necesarios para lograr sus caritativos fines, porque eran cariñosas en extremo y se sentían impuestas y conmovidas ante aquella extenuación y aquella lividez cadavéricas del pobre don Celso, que ni por afán de mantener sus derechos desconocidos por la tiranía profesional de Neluco, se acordaba ya de levantarse.
No apuntaba siquiera el propósito de levantarse, porque no se lo permitía la extenuación de sus fuerzas; pero creía en la posibilidad de volver a tomar el sol antes de morirse, aunque fuera sacándole en un cesto a la solana si le duraba al tiempo aquel buen semblante unos cuantos días.
No nos volvimos a encontrar en las rutas de la historia. Harto que hacer teníamos con nosotros mismos, ocupados en sangrarnos hasta la extenuación, como si hubiéramos querido fecundar la tierra patria con el jugo de nuestras venas.
El día sobreviene, y los semblantes pálidos de los reclutas; su fatiga y extenuación revelan todo lo que se ha aprendido en la noche. Al fin da descanso a su tropa, y lleva la generosidad hasta comprar empanadas, y distribuir a cada uno la suya, que se apresura a comer, porque es parte ésta de la diversión.
Masas inmensas de jinetes vagando por el desierto, ofreciendo el combate a las fuerzas disciplinadas de las ciudades, si se sienten superiores en fuerza, disipándose como las nubes de cosacos, en todas direcciones, si el combate es igual siquiera, para reunirse de nuevo, caer de improviso sobre los que duermen, arrebatarle los caballos, matar a los rezagados y a las partidas avanzadas; presentes siempre, intangibles por su falta de cohesión, débiles en el combate, pero fuertes e invencibles en una larga campaña, en que, al fin, la fuerza organizada, el ejército, sucumbe diezmado por los encuentros parciales, las sorpresas, la fatiga, la extenuación.
Palabra del Dia
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