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Actualizado: 16 de septiembre de 2025


Con respuesta tan animosa se amilanaron los Sibacás, y no queriendo exponerse á la fortuna de una batalla en que podían llevar la peor parte, dieron todos la vuelta. Quería el Mapono, ya que no se había logrado el designio de coger al Padre entre sus garras, desfogar á lo menos su rabia con la santa cruz que allí estaba enarbolada, y blandiendo la macana la quiso derribar.

Trabajar rudamente, exponerse a pérdidas, sufrir la mala educación de los compradores, todo para juntar, céntimo tras céntimo, unos cuantos miles de reales a fin de año. Para negocios, los suyos. Daba sus órdenes a los corredores, se acostaba tranquilo y al día siguiente levantábase con la noticia de haber ganado mil duros sin trabajo alguno.

Y usted no habrá querido exponerse a eso. El señor Le Bris enrojeció a su pesar, porque la duquesa decía la verdad; pero salió de aquel mal paso haciendo el elogio de don Diego. Le pintó como un noble corazón, un caballero de antaño perdido en nuestro siglo. Puede usted creer, señora duquesa, que si nuestra querida enferma llegase a salvarse, lo debería a su marido.

El Magistral respiró; pero antes de exponerse a otra pregunta inopinada, como diría Mourelo, se despidió de aquellos señores asegurando que tenía que hacer en Palacio. No podía más; aquella tarde la compañía de sus colegas le asfixiaba; toda aquella tela negra colgando le abrumaba; podía decir cualquier desatino si continuaba allí. Y se marchó a paso largo.

¿Empezará ya el canto? preguntó el brigadier. No, señor, respondí. Pues ¿por qué salen? Porque así lo tienen estipulado en sus contratas. Esto es parte de la funcion. Antes de empezar la tarea, tienen obligacion de exponerse al público, á fin de entretenerle con esta novedad, hasta que llegue la hora convenida. ¿Cual es esa hora? Creo que las ocho.

Conocía tan bien á aquel hombre, que no necesitaba á veces oirle hablar para penetrar sus intenciones y sus sentimientos. Doña Blanca comprendió que lo menos malo era oirle; que no podía echarle, sin exponerse á dar el mayor de los escándalos. No quiso, sin embargo, aparecer desde luego resignada.

Pasaremos aquí la noche se dijo. No había salida alguna. Lo mejor era esperar a que llegase el día y abriesen la puerta. No quería exponerse a que lo encontraran dentro estando la casa cerrada, y aguardó hasta muy entrada la mañana. Serían cerca de las nueve cuando comenzó a bajar las escaleras cautelosamente.

Estaba convencida de que la cortejaba, pero con tal comedimiento, que no le era fácil decidir la disposición de ánimo que debía adoptar respecto de él: el mucho agrado pudiera parecer liviandad, la esquivez fuera grosería, y despedirle con cajas destempladas era exponerse a que él la pusiese en ridículo encogiéndose de hombros, o acaso diciéndole claramente que se había hecho ilusiones.

Palabra del Dia

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