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Actualizado: 8 de julio de 2025
He pensado muchas veces sobre dos métodos opuestos de educación: el de aquéllos que procuran conservar la inocencia, confundiendo la inocencia con la ignorancia y creyendo que el mal no conocido se evita mejor que el conocido, y el de aquéllos que, valerosamente y no bien llegado el discípulo a la edad de la razón, y salva la delicadeza del pudor, le muestran el mal en toda su fealdad horrible y en toda su espantosa desnudez, a fin de que le aborrezca y le evite.
O Dios quiere evitar el mal y no puede, o puede y no quiere, o ni quiere ni puede, o puede y quiere. Si quiere y no puede, es impotente; si puede y no quiere, es malo, y, por consiguiente, no es Dios; si no puede ni quiere, es impotente y malo; y, por último, si quiere y puede, ¿de dónde diablos procede el mal, que no lo evita?
Y así, cuando por bondad algún caballero la saca a bailar, se aferra a él, añadiendo a su condición de «planchadora» la de pelma. Le ocurre lo contrario que a la muy solicitada, la cual evita bailar muy seguido con el mismo caballero, actitud que podría inducir a la concurrencia en el error de suponer un principio de compromiso.
En cuanto á la mendicidad, la organizacion comunal la evita con su prevision, la libertad del trabajo la conjura, la ley la prohibe severamente y la emulacion de los cantones la desacredita. No he visto algunos mendigos sino en Friburgo, que fué el cuartel general de frailes y jesuitas.
Había en él algo de personaje melodramático artificiosamente concebido, cual si al crearle hubiera querido la Naturaleza condensar en un tipo la perversidad que de ordinario derrama en muchos individuos. Era de los hombres que pierden irremediablemente a la infeliz en quien se fijan, cuando no lo evita esa virtud inquebrantable y misteriosa, que halla su voluptuosidad en la resistencia.
Se decía a sí mismo que nadie en el mundo es perfecto, y, sin embargo, perfecta quería seguir viendo a su hermana de elección. Y todos sus esfuerzos por glorificar o por lo menos legitimar el sacrificio voluntario eran vanos. No era verdad que al darse la muerte se hubiera redimido. La redención está en la vida, no en la muerte. La muerte no resuelve el problema moral; lo evita.
El poeta, al describir la miseria de Fernando, no evita lo repugnante y lo horrible, sino que, al contrario, al trazar con tan vivos colores la imagen de la grandeza caída, ostenta en todo su esplendor el arte verdadero. El Rey pasa por el camino, en que está Fernando, pidiendo limosna á los transeuntes.
PANTOJA. ¡Qué feliz oportunidad! Así me evita el ir al convento. EVARISTA. Hija, que estudies. Yo me retiro. Volveré luego. EVARISTA. Adiós. Cultive usted, Electra, con discernimiento ese arte sublime. Consagre usted todo su talento al gran Bach... para que se vaya asimilando el estilo religioso. ELECTRA; al poco rato CUESTA. Bach... para que me asimile... ¡qué gracia! el estilo religioso.
Lo que debía suceder fatalmente, respondió Lea con una actitud de extravió. Sorege ha venido á mi casa... ¿Y le has recibido? No he tenido otro remedio. Ofrecía estarse allí hasta que saliera. No podía escapar. ¡No se evita lo inevitable! Te lo había dicho... Lo sabía... Mi suerte estaba decidida... ¿Pero á qué se ha atrevido? preguntó Jacobo, que empezaba á estar inquieto.
Me parece que lo mejor será que hagas a pie el corto camino a través de la pradera... si no sientes ningún dolor, se entiende. Gertrudis lanza una mirada a Juan, y se apresura a decir que sí. El aire es tibio, la hierba está seca continúa Martín, y Juan podrá acompañarte. Gertrudis se estremece y la sangre sube a sus abrasadas mejillas. Los ojos de Juan buscan los suyos, pero ella los evita.
Palabra del Dia
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