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Actualizado: 26 de junio de 2025
La historia de los trabajos evangélicos de los obispos de Córdoba bajo las dominaciones romana y goda se halla minuciosamente relatada en los primeros capítulos de la interesante obra de Gomez Bravo: Catálogo de los obispos de Córdoba, etc.
Porque considerando el fervor y santa vida de los nuevos cristianos y las apostólicas fatigas de los obreros evangélicos, que con vivir en semejantes trabajos, á los que de sí escribe el Apóstol San Pablo, estaban siempre alegres y con una boca de risa, se mudó en otro hombre y se le inflamó el corazón en vivísimos deseos de unirse más estrechamente con Dios, y gastar su vida en servicio de aquella nueva cristiandad, y de hecho dió luego muestras de cuán de veras lo decía.
Las tentativas hechas por los Misioneros no solo habian sido limitadas, sino efímeras, y hasta el recuerdo de sus trabajos evangélicos se habia borrado en aquellas regiones. La dificultad de sojuzgar los indígenas, y la ninguna utilidad que prometia una inmensa extension de tierras incultas, despobladas y, segun decian, estériles, las habian sustraido de la accion gubernativa de estas provincias.
La estension que habian dado los jesuitas á sus trabajos evangélicos, mantenia en una actividad extraordinaria á sus operários, y sobre todo á los que, como Falkner, estaban iniciados en los secretos de la higiene. Así es, que desde el dia en que entró en la Compañía, hasta la supresion de esta órden, pasó del Paraguay á Tucuman, y de las pampas del sud á los bosques impenetrables del Chaco.
Penetrado Su Magestad de esta obligacion, no cesa, por espacio de tres siglos, de hacer lo posible en cumplirla, ya despachando continuas cédulas á los Vireyes y Gobernadores, exhortándoles á lo mismo, y prometiéndoles favores á los que se esmerasen en este tan cristiano celo; ya premiando colmadamente á los que en este punto se han adelantado, como se puede ver en las historias de este Nuevo Mundo; ya enviando continuamente ministros evangélicos á su costa, y señalando en casi todas las provincias buen número de soldados que les sirvan de escolta en sus ministerios.
Fortunata no decía nada. La enferma se inclinó hacia ella, y dándose unos aires evangélicos, en el tono que podría emplear un pastor de almas, le amonestó así: «Arrepiéntete, chica, y no lo dejes para luego. Vete arrepintiendo de todo, menos de querer a quien te sale de entre ti, que esto no es, como quien dice, pecado.
Llegó á Tarija, y alcanzando de los Regidores una compañía de soldados, se volvió lo más presto que pudo, llevando por su compañero al P. Juan Bautista de Zea; y aunque el camino era áspero y peligroso y la poca comodidad con que trataban su cuerpo estos Evangélicos operarios les hacía más trabajoso el caminar, con todo eso estaban insensibles á toda molestia y trabajo por la abundante copia de delicias celestiales de que gozaban, bautizando en aquellas soledades gran número de niños y no pocos adultos que viéndose ya cercanos á la muerte, cambiaban de buena gana la vida con esperar la eterna bienaventuranza.
Palabra del Dia
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