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Actualizado: 19 de mayo de 2025


La otra se mostró conforme con esta esplendidez, por no chocar, y se puso a hacer la cena. Taciturna estuvo hasta la hora de acostarse, y Doña Francisca se incomodó con ella porque no la entretenía, como otras veces, con festivas conversaciones.

Primero. ¿Por qué, contra lo acostumbrado, le envió el presente a su casa? : esto indudablemente era horror a la ostentación. Segundo. ¿Por qué, pues el obsequio era costoso, haber gastado tanto para ella? Aquí estaban claras la esplendidez y el deseo de agradar. Finalmente, ¿a qué regalar un costurero a una mujer que no tenía tiempo de dar puntada? Esto no podía explicarse.

Felicité, no obstante, á mi tío por su celo y esplendidez, y después de dar él algunas órdenes al sacristán relativas á la procesión, salimos de la iglesia y nos volvimos á casa.

Terminó con esto el festín, durante el cual reinó en el comedor un silencio de refectorio, excepto cuando Elías dijo que tanta esplendidez le parecía dispendiosa, y elogió la sobriedad como fundamento de todas las virtudes. Después se rezó un poco, y las señoras se retiraron.

Amaury tomó un simón, y poco después entraba en su palco del teatro de los Italianos. La sala, resplandeciente de luces y de diamantes, parecía un ascua de oro. El joven, pálido y grave, desde el fondo del palco contemplaba aquel brillo y aquella esplendidez con mirada indiferente, con desdeñosa sonrisa.

Como puede comprenderse, sólo es visible de noche, cuando las aguas se ponen tan negras que parecen de alquitrán, y su esplendidez es mayor en las noches sin luna y muy cubiertas de nubes. Entonces se ven salir extraños resplandores de los abismos del mar: puntos luminosos, rayas de fuego y círculos resplandecientes.

Los seiscientos reales cayeron en manos de la corista igual que agua en criba, y no fue lo peor que los derrochara en cuatro días, sino que, engolosinada con tal esplendidez, llegó a sospechar si su amante habría descubierto modo de convertir los perros chicos en centenes.

Pasa estúpidamente desde la prodigalidad a la avaricia, y desde la esplendidez a la miseria: su amor ciega, su desdén mata, a unos envilece, a otros trastorna; es la eterna Dulcinea engañosa para nuestra locura, y encantada para nuestra razón: niega lo que se le implora, da lo que no se le pide, todo lo tiene, y todo lo derrocha.

Para salir de ellos, vivir con esplendidez y elevarse a mayor posición en la jerarquía social, se presentaban dos caminos, iluminados por la esperanza, a la aguda consideración de doña Beatriz, la cual cavilaba mucho sobre estas cosas desde que había salido del lugar, ya casada. Doña Beatriz tenía el concepto más elevado de la inteligencia y del saber de su marido.

Pero el verdadero adorno de ella son los rostros expresivos de las niñas indígenas, que allí pueden verse con más comodidad y espacio que en ninguna otra parte. Es el teatro aristocrático de Andalucía. Las damas que allí asisten, vestidas con esplendidez y gusto, pueden mirar sin bajar la cabeza a las abonadas del teatro Real de Madrid.

Palabra del Dia

ciencuenta

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