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Actualizado: 18 de noviembre de 2025


Hablaban de reglas del arte, buscaban proporciones, el uno decía que tal figura no tenía siete cabezas, que á la cara le faltaba una nariz, no tenía más que tres, lo que ponía algo pensativo al P. Camorra que no comprendía cómo una figura, para estar bien, debía tener cuatro narices y siete cabezas; otro decía que si eran musculosos, si los indios no lo podían ser; si aquello era escultura ó puramente carpintería, etc. cada cual metió su cucharada de crítica, y el P. Camorra, por no ser menos que nadie, se aventuró á pedir lo menos treinta piernas para cada muñeco. ¿Por qué, si los otros pedían narices, no iba él á pedir muslos?

En los escaparates de una confitería en la calle de San Honorato descubrimos un Pio IX de azúcar, y en la esquina del gran hotel del Louvre, hácia la plaza del Palacio Real, un Napoleon de chocolate, montado á caballo. Digo la verdad, sin embargo de no ser pontífice ni emperador, no me sabria bien que una escultura tan original confiase el secreto de mi fama al chocolate y al azúcar.

No puede negarse que la línea, el colorido y la palabra tiene sus límites, y que á la pintura y á la escultura les está vedado lo que es permitido á la poesía, pero esto no destruye la regla general de que, para escitar la admiracion, la pintura necesita ser poética, así como la poesía necesita ser pintoresca.

Toledo es interesante por su tipo social y su mérito monumental; pero el primero me importaba mas que el segundo, tanto mas cuanto que adolezco de una completa ignorancia en materia de arquitectura, pintura y escultura. Toledo carece absolutamente de industria. Es una ciudad muerta ó por lo ménos paralizada.

La escultura de estos verdaderos monumentos no pertenece á la escuela del edificio, por decirlo así; contradicen la lógica del arte; en una palabra, son otros tantos anacronismos, pero al cabo son preciosísimas creaciones de una civilizacion santa y grande, creaciones de un arte sublime, de un arte sin segundo, del arte cristiano, y nuestra fantasía, nuestro sentimiento y nuestra inteligencia se ven fascinados por un encanto irresistible.

Es joven, está en su casa, no ha matado a nadie, y... a las dos le espera Cristeta; no en forma de impalpable fantasma ni de fría escultura, sino en carne y hueso, amante y cariñosa. Entonces, sacudiendo el sopor morboso de la pesadilla, mira en torno.

La fachada de San Pablo es verdaderamente un prodigio de escultura en cuya contemplacion puede uno embelesarse durante muchas horas. Admira la increible paciencia de los artistas y la finura portentosa de sus cinceles guiados por una feliz inspiracion. Allí está establecida la Gobernacion de la provincia.

A las primeras corresponden la pintura, la escultura y la arquitectura; y á las segundas, la música y la poesía, division con la cual yo no estoy del todo conforme, por las razones que paso á esponer.

Si la escultura representa la eternidad, puede decirse que D. Ramón de Campoamor ha entrado en ella como si no fuera a permanecer más que unos breves instantes. Ha entrado de paso en la eternidad, con unas botas de cartera, y ha dejado al alcance de la mano, para cuando llegue el momento de retirarse, su chistera de mármol y sus guantes del mismo material.

Esa tarde quiso a toda costa que antes del paseo visitaran el Museo de Bellas Artes. Ella había accedido, pero con la condición de buscar a Charito, para pasarlo menos aburrido. Cuando media hora después entraban en la sala de calcos, Adriana creyó soñar: de pie, con la atención reconcentrada en una escultura griega, estaba Julio.

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