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Actualizado: 4 de junio de 2025
Como la ciudad tiene la forma de un anfiteatro, descansando sobre tres colinas equidistantes, y con pequeñas calles escalonadas en graderías hácia las alturas del cerro, en tanto que la bahía le sirve de base en su extremidad occidental, se podia abarcar con la vista todo el escenario.
Sentada de espaldas al escenario, parecía no haber roto un plato en todos los días de su vida, y paseaba la vista por la espléndida sala, sin fijarla en ninguna parte, con esa indiferencia con que se mira una multitud del todo desconocida: más bien que para ver, parecía estar allí para ser vista, y la exagerada elegancia, algún tanto extravagante, de su traje de terciopelo negro con camelias rojas indicaba claramente el plan preconcebido de atraer todas las miradas.
Su asombro iba creciendo cada vez que la señora de la casa tomaba la palabra. Todo lo que oía y veía era tan estrambótico que le parecía no estar en la realidad, sino asistiendo ya a la comedia. El gabinete iba quedando en tinieblas. Doña Fredes dio orden de que se encendiesen las luces y que se iluminase también el salón donde se había colocado el escenario.
La prueba de ello es que cuando se escuchó en una de las pesebreras la voz de: «¡Que salga el autor!», en todas las demás se pusieron a gritar lo mismo, y los convidados expresaron con la boca llena idéntico deseo. D. Gaspar salió al fin al escenario y avanzó, doblado como un arco, hasta el borde del tablado.
Que nuestros personajes son montañeses, debe haberse deducido del estilo del diálogo anterior; y si éste no lo ha demostrado bastante, conste desde ahora que lo son en efecto. El lugar de la escena puede el lector colocarle en el punto de esta provincia que más le conviniere, si bien su parte oriental es preferible por ser en ella más frecuentes que en las demás, cuadros semejantes al que voy á describir. El escenario es aquí el ancho soportal, ó tejavana de una casa pobre de aldea.
Pablo Hervieu pertenece á estos últimos. «Estoy completamente solo dice, soy yo, quien habla... quien hace esfuerzos para expresar lo que siente...» A su juicio, lo capital es el argumento de la obra y la trabazón, vigorosamente lógica, de las situaciones; la calidad de los muebles, la disposición y ornato del escenario, no le preocupan.
El público aplaudió, y Enrique Thomas, después de trabajar algún tiempo en los teatros de Sceaux y de Grenelle, pudo pisar el escenario glorioso de la Porte-Saint-Martín. Su primer maestro fué Frédérick Lemaitre.
Pero ¡qué diferencia de escenario, por más que las dos escenas fueran semejantes, casi idénticas! El camino elegido para ir al muelle fue el del Miradorio; y por él tomaron los cinco en el mismo orden en que habían salido de casa: Nieves y Leto delante, e inmediatamente después los tres señores graves: el de Peleches en medio.
No había vuelto a entrar en el escenario ni a proponerle acompañarla. ¿Cómo se arreglaría para verle?... ¿Qué hacer?... Por fortuna para ella, le hicieron una injusticia... fue objeto de una postergación.
Pero en compensacion, el arte maravilloso, la abundancia de objetos en el escenario y los mil grupos de pequeños arbustos melancólicos de hojas persistentes, ó de plantas acuáticas, hacían un juego muy interesante.
Palabra del Dia
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