Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 31 de mayo de 2025


Los que han venido sólo por mirar obran, patalean, gritan, y encuentran que la carnicería es demasiado lenta. Finalmente, circunscriben el espacio. La hormigueante masa de heridos, muertos, moribundos, se concentra en un solo punto: saltos convulsivos, golpes furiosos: el agua chorrea, y el rocío enrojecido... Y esta escena ha hecho subir de punto la embriaguez.

Detuvo su alborotado lenguaje unos instantes, dejando que se extinguiese la llamarada del recuerdo impúdico que había enrojecido su palidez. Todo lo despreciaba continuó . Yo conozco á los hombres de mar: soy hija de marino. Muchas veces vi á mi madre llorando, y su simplicidad me dió lástima. No hay que llorar por lo que hacen los hombres en lejanas tierras.

Pasan tres días en la más viva impaciencia; después, una mañana, Juan, sin aliento, corre al jardín en busca de Gertrudis, con el semblante enrojecido a fuerza de contener las ganas de reír. Al instante, ella suelta la azada y se precipita con él al patio. Delante de la balsa está el viejo David furioso y desfigurado, medio blanco, medio transformado en deshollinador.

Dejé una noche que se acostase antes que yo, esperé a que se durmiese, y al cabo de dos horas, cuando estaba en el más profundo sueño, teniendo antes cuidado de poner la luz de modo que le iluminara de lleno el rostro, le llamé a grandes voces gritando «¡Pepe, Pepe... El dinero de Gozalvez, Gozalvez, Gozalvez... su dineroDespertó preso de un sobresalto indecible, y sin tiempo para reponerse, sorprendido como criminal por astucia del juez, preguntó fuera de enrojecido de rabia: «¿Dónde está Gozalvez? ¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha contado

Hace mucho tiempo que le observo, y yo no necesito tanto. La situación en que los habían encontrado en Palencia no era para descrita. Baste saber que él, D. Peregrín, había enrojecido de indignación. Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describió.

Quedábase unos instantes inmóvil ante el lecho, contemplando fijamente al enfermo, como si en su rostro enrojecido e inmóvil pudiera leer algo de lo que pensaba al rechazarla con tanta vehemencia. Entreabría los párpados del enfermo y se fijaba en el ojo amarillento, opaco, sin vida, no pudiendo encontrar en él un rastro del pensamiento que con tanto interés buscaba. Así pasó toda la mañana.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando