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Actualizado: 8 de junio de 2025
Muchas guardaban aún sus mostradores de piedra y sus tinajas de barro. Los edificios particulares carecían de fachada. Sus muros exteriores eran lisos, inabordables, con algún que otro tragaluz enrejado y alto, lo mismo que en los palacios de Oriente.
Había, sin embargo, la diferencia de que la nueva tenía en los balcones rejas de hierro muy espesas a manera de celosía, y uno de sus muros era también enrejado, al través del cual se veían allá en el fondo altares dorados, imágenes de santos, lámparas suspendidas del techo, en fin, una verdadera iglesia.
Por lo tanto, corrí atropelladamente al «Londón Brasilian Bank». Allí arrojé por el enrejado un cheque sobre el «Banco de Inglaterra», de mil libras, gritando esta deliciosa palabra: ¡En oro! Un cajero me respondió con dulzura: Tal vez le fuese más cómodo en billetes... Respondí sécamente: ¡En oro! Llené mis bolsillos; y en la calle tomé un coche.
La blancura amarillenta de los muros sólo era visible, como las líneas de un enrejado, entre las filas de lienzos, muchos de ellos sin marco. Eran centenares de cuadros, todos malos e interesantes a la vez; pinturas encargadas para perpetuar las glorias de la familia, hechas por antiguos artistas italianos y españoles de paso en Mallorca. Un encanto tradicional parecía emanar de estos lienzos.
30 del cual hizo las basas de la puerta del tabernáculo del testimonio, y el altar de bronce, y su enrejado de bronce, y todos los vasos del altar. 31 Y las basas del atrio alrededor, y las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del tabernáculo, y todas las estacas del atrio alrededor.
Los tupidos jarales contorneados por senderos tortuosos parecían arriates de rosales centenarios. La tierra era blanca, de una blancura de leche; los árboles formaban bóvedas de negro enrejado, por cuyos espacios libres asomaban los planetas sus ojos parpadeantes.
Todos asistían con profunda devoción y recogimiento a la misa. El joven cortesano, no muy fervoroso, paseó una y otra vez su mirada distraída por el concurso, ahora fijándose en una mujer que pellizcaba a su hijo para que se estuviese atento, después en un anciano que rezaba con los brazos en cruz, más tarde en unos niños que se entretenían en meter la cabeza por el enrejado del altar.
El mostrador iba de una á otra pared á lo ancho y era oscuro, y estaba resplandeciente por el uso lo mismo que si lo acabasen de barnizar. Había clavadas en él algunas monedas falsas, y en uno de sus extremos se veía una pecera sucia por la cual nadaban algunos pececillos colorados. Detrás del mostrador, y en un rincón de la tienda, una mesilla rodeada por un enrejado de madera pintada de verde.
Dejando la turba alegre a Tomillas mal parado, embistieron con el amante, que en buen paladín en medio de la calle blandía la espada para reñir como bueno, animado por las voces del marimacho enrejado, que le acuciaba a reventar de fuerte, o semejándole en lo bravo a Leonidas e a otros perillanes de la antigüedad.
38 Y el altar de oro, y el aceite de la unción, y el incienso aromático, y la cortina para la puerta del tabernáculo. 39 El altar de bronce, con su enrejado de bronce, sus varas, y todos sus vasos; y la fuente, y su basa.
Palabra del Dia
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