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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Para alcanzar perdón más valen las lágrimas que las palabras, porque las lágrimas, como dice San Máximo, son ruegos callados, no piden perdón, sino que lo merecen. Con las lágrimas no se engaña como con las palabras.
«Pues un coche, un coche.... Se me engaña; si eso fuera cierto, usted estaría al lado de Víctor...». Frígilis explicó su presencia lo menos mal que pudo. Las mentiras piadosas fueron inútiles; Ana se dispuso a salir sola, a correr en busca de su Víctor.... Hubo que decirle una verdad; la muerte de su esposo. Quiso verle muerto, pero no pudo moverse; cayó sin sentido y despertó en el lecho.
¡Una santa!, ¡una santa! repitió Ido, con la barba pegada al pecho y echando al Delfín una mirada que en otra cara habría sido feroz . Muy bien, señor mío. ¿Y usted en qué se funda para asegurarlo sin pruebas? La voz pública lo dice. Pues la voz pública se engaña gritó Ido alargando el cuello y accionando con energía . La voz pública no sabe lo que se pesca.
El sentido comun nos engaña, ya que el análisis filosófico le convence de falaz. ¿Pero tiene todas las condiciones arriba señaladas? nó. Por lo pronto le falta el ser capaz de sufrir el exámen de la razon; tan luego como se reflexiona sobre el particular, se descubre que hay aquí una ilusion tan inocente como hermosa.
Y cuando descubres que son palabras, blasfemas y maldices. En tanto el pobre asturiano come, bebe y duerme, y nadie lo engaña; y si no es feliz, no es desgraciado, no es al menos hombre de mundo, ni ambicioso, ni elegante, ni literato ni enamorado. Ten lástima ahora al pobre asturiano. Tú me mandas; pero no te mandas a ti mismo.
Usted, a quien he visto casi anarquista, rompe ahora en himnos de la riqueza, sólo porque cree ir camino de conquistarla en un país nuevo... Se engaña usted, Isidro. Cuando lleguemos allá se convencerá de que el trabajo representa tanto o más que el capital. Sus paradojas pueden tener algo de verosímil en la vieja Europa, donde abundan los brazos.
Pero todos los pueblos tienen religión clamó profundamente D. Dionisio. Se engaña usted, querido Oliveros manifestó Moreno sonriendo de felicidad por hallarse en situación de poder desbaratar aquel error tan pernicioso. Se engaña usted, no todos los pueblos tienen religión. En el África central existen algunos pueblos que carecen de ideas religiosas.
La voz de doña Cristina volvió de nuevo al oído de su hija: Es verdad Padre: yo tengo la culpa. ¡Pero es una esclavitud tan dura!... Yo no he nacido para eso. Ya sabe usted que mi vocación me llamaba á otra parte. Pero la juventud se engaña siempre y ¡era yo entonces tan niña!...
El que se ha portado con un amigo que le abría con toda su confianza su corazón, como usted se ha portado conmigo, es el último de los miserables, señor de Sorege. He visto en el presidio de que vengo muchos malvados, pero ninguno tan perfecto como usted. ¡Eso es lo que usted quiere, un duelo conmigo, que le levante y que le lave! Se engaña usted. No busco tal duelo.
Si no desagrada á vuestra merced, señor Bartolomé, ese cuadro puede quedar ahí, porque, ó la vista nos engaña, ó casi decimos á vuestra merced que vuestra vírgen hace al convento. No quedará ahí, con permiso de vuestras reverencias, contestó el pintor.
Palabra del Dia
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