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Actualizado: 20 de julio de 2025
Con esta mujer empieza la historia del Teatro francés en el siglo XIX... Es Octavio Mirbeau, antes que nada, un gran descontento, un atrevido removedor de ideas, un «profesor de energías», que diría Barrés, y también un filántropo.
En un principio, Judit quedó anonadada por la lectura de esta carta. Pero luego, cobrando ánimo, consultó a su corazón, apeló a todas las energías, y contestó lo siguiente: * «Monseñor: »Me trata usted con mucha crueldad; y, no obstante, podría asegurar ante Dios que nada tengo de qué acusarme.
Y él, en medio de su debilidad, latentes las sienes por el zumbido cerebral que acompaña al desvanecimiento, hacía esfuerzos para concentrar sus energías en las piernas, avanzando paso tras paso, con el temor de quedarse para siempre en el camino. ¡Qué interminable la bajada a Can Mallorquí!
En la tierra no había logrado yo, o por caprichos de la adversa fortuna, o por mengua de mi entendimiento, o de mi voluntad, elevarme entre los demás hombres por fama, poder o riqueza, pero confiaba en que con las energías de mi anhelo podría yo conquistar el reino de Dios y alcanzar en él bienes superiores a todo el poder que en la tierra despliegan los hombres, a toda la riqueza de que gozan y a toda la fama y crédito que conceden.
Ya no cabía duda de que la pasión de Maximiliano era tenaz y profunda, y de que le prestaba energías incontrastables. Ponerse frente a ella era como ponerse delante de una ola muy hinchada en el momento de reventar.
Es necesario que en grandes cantidades llevemos allí nuestra sangre; pero no la sangre anémica que engendra la atmósfera impura de las grandes ciudades, sino la vigorosa que anima y dá energías á nuestros cultivadores para no desmayar en las rudas faenas con que fructifican sus campos, yermos ya de tanto producir.
Apenas si podía comenzar a recoger sus energías para considerar el doloroso suceso que había caído como un rayo sobre la plenitud de su dicha.
Aceptando esta explicación, he cavilado yo á veces, para explicarme nuestra decadencia, que tal vez la industria y los esfuerzos del trabajo manual han vuelto á colocar algo á modo de fuerza material aunque refinada sobre el más alto valer de las espirituales energías. Acaso provenga de este para nosotros lisonjero supuesto, que Espada haya decaído tanto.
Era posible que no muriese. ¡Tenía aquel organismo tales energías!... Lo temible era la conmoción que había sufrido, el sacudimiento, capaz de matar a otros instantáneamente; pero ya había salido del colapso y recobrado sus sentidos, aunque la debilidad era grande... Cuanto a las heridas, no las consideraban de peligro. Lo del brazo era poca cosa; tal vez quedase menos ágil que antes.
Este carácter es guerrero y religioso a la vez y por lo común el argumento del poema, viene a ser una empresa feliz del pueblo para quien se escribe, cuyas virtudes, excelencias y energías capitales, están cifradas y personificadas en un héroe castizo, de su raza, si bien con no poco de Dios, engendro, concepción o encarnación de alguna deidad, como Aquiles o Rama.
Palabra del Dia
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