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Actualizado: 24 de octubre de 2025


Ella no decía nada; pero algunas veces sentía una vaga pesadumbre al encerrar su cuerpo gallardo en aquellos hábitos austeros y tristes. Un día, sofocada con la lana negra de su corpiño, tuvo la tentación de ponerse uno de sus vestidos blancos de Luzmela. La falda estaba sumamente corta; el cuerpo muy estrecho.

Entre ellas se señalaba un almacén de curiosidades, antigüedades y objetos de arte, situado casi frente a la famosa Ninfa, y, por consiguiente, a espaldas del Casino. Angosta en extremo la tienda, apenas podía encerrar el maremágnum de objetos apiñados en ella, que se desbordaban, hasta invadir la acera.

Los Moluches ó Molucas la llaman Uutyalel, monton grueso. De la parte del sur de esta montaña nacen algunos arroyos y corrientes, que tienen profundas orillas cubiertas de mimbres, de que se sirven los indios para hacer cestos, ó corrales para encerrar sus ganados.

Le invadía una inmensa ternura; sólo ambicionaba pasar horas y horas en contacto con aquel cuerpo, estrechándolo fuertemente, cual si quisiera abrirse y encerrar dentro de él a la mujer adorada, como el estuche guarda la joya.

No; una concepción altísima y respetuosa del arte, la idea de que el poeta debe cuidar su obra hasta llevarla al grado de perfección que es dado alcanzar al hombre. Fallon confiesa que hay cuarteta que le ha costado meses; quería encerrar en cuatro versos una idea, y, o el ritmo la desfiguraba o el verso reventaba.

Como el filósofo no gustó de los versos del tirano, éste le trató muy mal; se apiadó luego de él y le sacó del calabozo en que le tenía encerrado; le leyó, por último, otros versos suyos, y entonces dijo el filósofo: que me vuelvan á encerrar en el calabozo.

Tuvo juicio bastante para encerrar su trabajo en límites razonables, y para que con su lectura pudiera formarse una idea exacta de lo que ha sido nuestra literatura dramática.

Fue común opinión que no se habían de encerrar los nuestros en la Goleta, sino esperar en campaña al desembarcadero; y los que esto dicen hablan de lejos y con poca experiencia de casos semejantes, porque si en la Goleta y en el fuerte apenas había siete mil soldados, ¿cómo podía tan poco número, aunque más esforzados fuesen, salir a la campaña y quedar en las fuerzas, contra tanto como era el de los enemigos?; y ¿cómo es posible dejar de perderse fuerza que no es socorrida, y más cuando la cercan enemigos muchos y porfiados, y en su mesma tierra?

A las cinco de la tarde, la cuadrilla cazadora, con el cautivo, estaban de vuelta en el palacio de Somavia. Novillo fué derecho a su fonda, con un fuerte dolor de costado. La duquesa hizo encerrar al seminarista, diciéndole previamente con cierto dejo irónico: Aquí te estarás a buen recaudo, hasta que comience el curso.

¡Cuántos secretos debe encerrar ese monton de piedras! ¡Qué historia tan curiosa se pudiera escribir, si la mente del hombre fuera capaz de arrancar al olvido aquellos secretos! Pero no digo bien; muchas de las cosas que han presenciado esas paredes y esos pavimentos, no podrian escribirse, porque hay en este mundo muchos arcanos que no pueden contarse.

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