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Actualizado: 5 de julio de 2025


Llevaba ventaja a los vetustos caserones solariegos, como el del marqués de Peñalta, en que al fabricarla no se había atendido tanto a la vanidad de sus dueños cuanto a la apropiada distribución de las habitaciones para los usos de la vida. No era triste y obscura como suelen serlo aquéllos. Por el contrario, todo su interior denotaba alegría, bienestar y elegancia.

El café entraba también en la comida; ¿por qué habían de moverse? Pero para su hermana era un detalle de suprema elegancia tomar el café en el salón, y don Juan tuvo que acceder y abandonar el comedor, jugando con sus sobrinas como si fuese un niño.

En la parte superior de la ciudad, al contrario, nada hace recordar las tradiciones flamencas: allí todo es frances, todo hace recordar á Paris, todo tiene un aire singular de elegancia y buen gusto, de cultura y refinamiento en la vida social.

Pero Tónica no se convencía. Impresionábale el acento de verdad del dependiente; pero no podía dominar el temor respetuoso que le inspiraba una familia rodeada de los prestigios de la riqueza y de la elegancia. Por esto a todos los argumentos de Juanito contestaba moviendo la cabeza negativamente.

El Conde encargó a un individuo que nos proporcionase una residencia modesta y conveniente, y se presentó, por fortuna nuestra, una buena ocasión; estaba en venta una encantadora posesión en los alrededores de Londres, situada admirablemente y amueblada con gusto y elegancia; tenía cristalinas aguas, un parque magnífico, y la obtuvimos por un precio módico.

Era el padre de la Charanga, que lloraba ante el cadáver de su pupilo. El médico se fijó en el abultado abdomen del muerto, é hizo que un miñón desliase la faja negra. Aparecieron dos botinas de mujer con la suela blanca y el charol deslumbrante; el calzado con que sueñan las muchachas de las minas como una elegancia suprema.

Todo tiene en la gran masa ó el conjunto de la ciudad los caracteres de la opulencia, de la actividad, del buen gusto y el aseo, de la elegancia en las formas, del liberalismo en las ideas y las costumbres, del sentimiento artístico armonizando con el espíritu de especulación.

Consta que era cosa comun entre los naturales hablar y hasta manejar con elegancia la lengua de los dominadores, por lo cual algunos de ellos, aunque cristianos, obtenian cargos y empleos en la corte de los Umeyas, escribanías y otros oficios del gobierno.

Hombres famosos en Europa por su elegancia y sus locuras, han caído a mis pies y los he tratado como chiquillos. Me han envidiado y odiado las damas más célebres, copiando mis trajes y mis gestos.

El único conquistador serio del bando era D. Álvaro y todos le envidiaban tanto como admiraban su fortuna y hermosa estampa. Pero nadie como Pepe Ronzal, alias Trabuco y antes El Estudiante, abonado de la bolsa de enfrente, la vecina al palco de Vegallana. Trabuco era el núcleo de la que se llamaba la otra bolsa y había procurado rivalizar en elegancia, sans façon y mundo con los de Mesía.

Palabra del Dia

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