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Actualizado: 30 de junio de 2025
Es una linda muestra de los productos modernos, con una ligera tintura de bellas letras. «Un perfecto egoísta a la Esfinge del Periódico de las preguntas y respuestas: »Oh, Esfinge, que se oculta bajo la modesta apelación de «persona seria,» siento que es usted mujer joven y bonita...» Cuando se quiere mostrar ingenio interrumpió la de Ribert, se engaña uno algunas veces...
Cuando te vi por primera vez, y comprendí lo que era tu vida, la poca esperanza de tu porvenir y la bondad de tu corazón, me dió tanta lástima, que ... no sé ... casi te amé desde aquel momento como ahora. Para mí fué entonces el amor tan poco egoísta, que no entraba para nada mi persona en las cavilaciones que día y noche ocupaban mi imaginación.
Creyó en la posibilidad de conmover a aquel tendero de las Cambroneras al que tanto debía. Su salvación, por el momento, estaba allí, ya que en Madrid todos eran invisibles, como si el frío endureciese las conciencias, como si la paralización de la vida aislase a los hombres en su egoísta bienestar. Regresó a casa.
«¡Sofismas, sofismas! le gritaba de repente el hombre nuevo, como él se decía . Voy a ser padre, y en la casa en que nazca mi hijo no pueden entrar queridas de su padre. Se acabaron las queridas... y, sobre todo, se acabó el dinero. Yo no gastaré ya un cuarto en cosa que no le importa a mi hijo. Todo por él, todo por él. Y se acabó. No hay que darle vueltas. Esto es ser cruel. Esto es ser egoísta.
Pero luego sorprendo una mirada amorosa que Magdalena dirige a Amaury, comprendo que ocupo sólo un lugar secundario en el corazón de mi hija, que posee el mío por entero, y el egoísta sentimiento paternal triunfa, me ciego, y en mi irritación llego a perder la cabeza. »Y, bien mirado, el caso es muy natural.
Y, cosa rara en personas que han padecido mucho en la mocedad, no se tornó misántropo, ni egoísta, ni se le agrió el carácter. Era, en cierto modo, desconfiado y receloso, digamos mejor, cauto. Difícilmente le engañaban.
¡Bah, bah! diga usted que es usted un grandísimo egoísta.... ¿Y cuánto tiempo hace que no ha estado usted en casa de Valpardo? añadió la dama pasando a otra conversación. Pues el lunes. La condesa me ha preguntado con mucho interés por usted y se lamenta de que la haya abandonado. ¡Pobre Anita: es verdad!
¡Por castigo!... ¡Y me lo dices con una frescura como si tú no le merecieras más ejemplar todavía! ¿Quién sabe si le estoy sufriendo ya! ¡Tú! ¿Crees posible que suceda lo que temo sin que resultemos castigados los dos? ¡Siempre egoísta!... Vete, déjame en paz, y que suceda lo que Dios quiera. Esto significa que te espanta la verdad, y me alegro de ello.
Aquella misma verdura de los árboles, tan desnudos en invierno, era bien venida en primavera, pero causaba ahora hastío: casi se deseaba la rama escueta, que tiene mejor dibujo». Hasta era capaz de hacerse artista de veras don Víctor a fuerza de triste y aburrido. Y Ana volvía contenta de la calle. «Mejor, más valía que alguno lo pasara bien: él no era egoísta».
No te conviene el trato con tales gentes. ¿Qué tienes tú que ver con el país de esta aventurera? ¿Por qué arrostrar peligros por una causa que nada te importa?... Lo que deseabas de ella ya lo tienes. ¡Sé egoísta, hijo mío!»
Palabra del Dia
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