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Actualizado: 13 de mayo de 2025


El pastor daba, naturalmente, el ejemplo de esos deberes sociales; porque a los espíritus de Raveloe no les hubiera sido posible, sin una revelación divina particular, el pensar que un eclesiástico debía ser un pálido momento de las solemnidades del culto en lugar de ser un hombre dotado de defectos razonables, cuya autoridad exclusiva de leer las oraciones y de predicar, de bautizar, casar y enterrar, coexistía necesariamente con el derecho de venderos el terreno para inhumaros, y de percibir el diezmo en especias.

En vista de esto, y como no había salida, contó la verdad el eclesiástico, diciendo muy serio que por olvido y no otra cosa, había dejado de aflojar los cien ducados, pero que los daría al punto en cuanto llegase á su casa.

El pueblo se aquietó por la benéfica y paternal mediacion del obispo, á quien tomó por su gobernador gritando mueras á su corregidor el vizconde de Peñaparda, que tuvo que refugiarse al convento de la Trinidad. Estuvo espuesto el Santísimo, y el cabildo eclesiástico veló algunas noches por la pública tranquilidad.

Con usted no va nada, don Cayetano o don Fuguillas; usted podrá ser un viejecito verde, pero no es un... un Magistral... un Provisor... un Candelas eclesiástico.

En el presupuesto eclesiástico también cabe su reducción, pues si no estamos equivocados, son cinco los sacerdotes que hay solamente en la isla de Guaján, la cual á más de su poquísima extensión solo contiene, como ya dijimos, una población de 7.138 almas, contando rancherías de carolinos, que viven en sus costumbres, usos y religión.

De tus deberes para con ellos nada te digo, que la humildad de sacerdote no ha de echar en olvido la dignidad de hombre, y tengo por cierto que antes de poco no sabrán qué mirar con más cariño: si su venerable eclesiástico o su discreto y leal amigo. Partirás en breve, y sabe Dios hasta cuándo. Acuérdate alguna vez de , y siempre de lo que te debes a ti mismo.

Cuéntase un hecho que pinta muy bien la maravillosa asistencia que prestaba la divinidad al poder eclesiástico en aquella época en que la autoridad espiritual era la primera necesidad de las sociedades: y no queremos pasarlo en silencio.

Este diabólico agente tenía el permiso divino de gozar por algún tiempo de la intimidad del joven eclesiástico, y de conspirar contra la salvación de su alma; aunque ningún hombre sensato podía dudar por un momento de qué lado quedaría la victoria.

El santo Concilio de Trento mandó, que no se publicasen milagros sin aprobacion del Ordinario Eclesiástico, y en algunas Sinodales nuestras se previene, que no se pongan en las Iglesias las señales que suelen ponerse por indicio del milagro, sin la aprobacion del mismo Ordinario.

Palabra del Dia

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