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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Cuando nos quejamos de que esto no marcha, y de que la España no progresa, no hacemos más que enunciar una idea relativa: generalizada la proposición de esa suerte, es evidentemente falsa; reducida a sus límites verdaderos, hay un gran fondo de verdad en ella. Así como no notamos el movimiento de la tierra, porque todos vamos envueltos en él, así no echamos de ver tampoco nuestros progresos.
Un día, al pasar cerca de Cabo Verde, echamos a pique una barca de pescadores; unas horas después, en la cubierta, encontramos a un portugués vestido sólo con un pantalón y una camisa. ¿Qué hacemos con este hombre? preguntó el contramaestre. Atadlo contestó el capitán. Se le ató, a pesar de sus protestas y sus gritos. ¿Y ahora? Ahora, echadlo al mar. Así se hizo.
Marcelo, y ya que echamos la conversación hacia ese lado... ¡Pues tendría que ver, ¡pispajo!, que diera yo ahora en la gracia de agobiarte con pesadumbres nuevas, cuando más falta te hace algo alegre con que espantar las negruras de este temporal que se nos ha echado encima!
Se las traduje á mi mujer, que las creyó del caso, las cierro, pongo el sobre respectivo, y á los pocos minutos atravesábamos la calle de Buenavista, con el fin de echarlas al correo. Llegamos á la Plaza de la Bolsa, y las echamos en una estafeta que hay allí.
El capataz, que era de estos irlandeses que tienen un odio furioso a Inglaterra, nos prometió que no sólo no diría nada, sino que si veía algún espía en la finca lo zambulliría en el estanque. Salimos de allá; pensábamos ir al sur, por la costa, a ganar Wexford, en donde podríamos tomar un barco que nos dejara en el continente. Echamos a andar.
Por esta desconfianza echamos á los judíos y á los moriscos; por esta desconfianza se rompió nuestra unión con Portugal, y al romperla perdió Portugal lo mejor de su imperio en la India; por esta desconfianza estuvo á punto de separarse de nosotros Cataluña; en parte, por esta desconfianza se han emancipado prematuramente todas las colonias españolas del continente americano; y por esta desconfianza brotan hoy ominosos chispazos de regionalismo, ya en la misma Cataluña, ya en las provincias vascongadas, ya en Galicia.
Echamos largos párrafos sobre el arte realista, y el ideal, y la emoción estética, y cuanto yo digo, aunque sea un gran desatino, porque en mi vida las he visto más gordas, lo escucha como el Evangelio, y yo me doy con él un lustre que no hay más que ver.
También han sido reforzados sus arcos en estos últimos tiempos con tal arte y habilidad, que no falta ni una sola piedra del sitio que ocupaba hace trescientos años. Viejísimas hiedras, contemporáneas, sin duda, del primer convento, visten por completo las recias tapias que forman el compás ó atrio en que nosotros echamos pie á tierra, y desde donde contemplábamos la morada del César.
Concebimos bajo las mismas leyes intelectuales, como aspiramos a la fortuna con idéntico propósito, así como, con igual desenfado, la echamos por la ventana, una vez conseguida. Un bogotano, un cachaco exquisito, pobre como Adán, había tenido la suerte de ser designado por el gobierno para conducir a Quito no sé qué piedra conmemorativa de la independencia.
Palabra del Dia
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