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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Y sacados y contados, hallaron de número cien mill hombres de guerra, la cual gente se le habia juntado por la gran fama que dél se publicó. Y dicen que los enemigos que eran casi doscientos mill hombres.
De ella, lo más apreciado por el autor y por el protagonista era el «Capítulo ochenta y dos», titulado así: «De cómo el general, a pesar de ser antimilitarista, comunista y ácrata, se vió obligado á fusilar á doscientos cincuenta compañeros de armas que se rebelaron contra el gobierno, faltando á la disciplina.»
Isabel Martí, del arpa, doncella, hija de Rafael Martí, menor, del arpa, negociante de oficio, difunto y de Catalina Pomar su mujer; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de cuarenta años, reconciliada y presa segunda vez, por judaizante: salió al Auto en forma de penitente y leída su sentencia con méritos, abjuró de levi: fue gravemente advertida, reprendida, conminada y condenada en doscientas libras y destierro por tres años en una Villa con confinación en el Reino, pena de doscientos azotes.
Si pone el gobernador alguna dificultad, dale cien mil duros; si no basta, dale doscientos mil: tu no has muerto á inquisidor ninguno, y nadie te perseguirá. Yo fletaré otro navío, y te iré á esperar á Venecia; que es pais libre, donde no hay ni Bulgaros, ni Abaros, ni Judíos, ni inquisidores que temer.
TORTILLA DE MANZANA. Se toman tres manzanas de buen tamaño; se les quita la piel y el corazón, y las manzanas se pican menuditas, poniéndolas a cocer con doscientos gramos de azúcar y un poco de manteca de vaca; hay que estar sin cesar de dar vueltas con una cuchara de madera hasta que se pone como una masa. Se baten tres huevos, se mezcla la pasta y se hace la tortilla con manteca de vaca.
Años después, recordando aquel golpe de audacia, para el cual sólo el amor podía haberle dado fuerzas, lo que más admiraba en su temeraria empresa era el piquillo de su pretensión, los doscientos reales en que su demanda había excedido a su necesidad. «¿Por qué pedí mil reales en vez de ochocientos?». No se lo explicó nunca. D. Juan Nepomuceno miró, sin contestar, a su afín. ¡Mil reales!
Este catálogo nos ofrece doscientos diez y nueve títulos , aunque en el texto del prólogo se hable de doscientas treinta comedias. Suponiendo que Lope comenzó su carrera dramática en 1590, corresponden diez y siete comedias á cada año, sin exceptuar aquellos, durante los cuales estuvieron cerrados los teatros, y en que, probablemente, nada produjo su musa dramática.
Leyósele su sentencia con méritos, abjuró de levi, fue condenada en doscientos azotes y destierro de esta Ciudad, Villa de Madrid y cuatro leguas en contorno por cinco años; gravemente advertida, reprendida y conminada.
D. José Martin de Zuloeta, se dijo: Que interin no se sepa la pérdida de España, y no haber dado motivo esta autoridad, debe subsistir la misma; y en caso de querer variar, se trate de llamar Diputados de las Provincias del vireinato para su seguridad; y ademas que concurran á votar mas de doscientos vecinos de primer órden que faltan. Por el Sr.
Para recorrer la cubierta de abajo, que sólo ocupa el centro, necesitaba doscientos pasos: unas cuantas vueltas, y se siente uno fatigado como después de una marcha.
Palabra del Dia
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