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Actualizado: 9 de julio de 2025


Aprovechando un momento en que Velázquez vino á ofrecerle una caña, le dijo por lo bajo: Pero, vamos á ver, hijo, ¿por qué haces esta locura? ¿Qué te faltaba á ti en Cádiz? ¿No tienes salud? ¿no tienes dinero?... ¿Qué demonio vas buscando en esas tierras donde si no le meriendan á uno los salvajes se lo comen crudo los mosquitos?... Que has tenido algunos disgustillos con las mujeres, ¿y qué? ¿Es razón para que un mozo valiente y noble de too su cuerpo se quite del medio? ¿Dónde hay palmito que se pueda comparar con unas botellas de amontillado, bebidas en compañía de cuatro amigos, y unas aceitunitas aliñás?... Me lo dijo hace tiempo un vista de la aduana que había estado muchos años en Puerto-Rico, un tío muy ilustrado, capaz de beberse el golfo de Méjico: «Desengáñate, Rafael, las mujeres no sirven más que para enfriar el caldo cuando uno está acatarrado y no puede sacar los brazos de la cama».

Atiende, María, mira que pedazo grande te has olvidado debajo de aquella silla. ¡Anda, anda! que si yo no hubiera reparado, ¡qué cataclismo! ¿verdad ? Vamos, Antonio, déjate de guasa y hazme el favor de recoger esos cristalillos que están á tu vera. Desprécialos, mujer: ya te llevas en el delantal los trabajos gordos... ¡Qué importa por esos disgustillos!

Si a alguien corresponde intervenir en vuestras cosas no es a , sino a mamá... Pero siempre he oído decir que en todos los matrimonios hay riñas y disgustillos, sobre todo al principio, mientras los caracteres no se amolden... Todo eso pasa. Son nubes de verano.

No hay más que pensar en que tenía bajo su inmediata inspección a varias actrices secundarias, o sean racionistas, y que aun las principales veíanse obligadas a estar con él en una relación constante. De donde resultaban a menudo algunos disgustillos y desórdenes que se hubieran evitado si nuestro traspunte tuviese un temperamento menos inflamable.

Una vez casada la pareja, la casamentera tiene en el hogar la autoridad y el prestigio que le dan su gestión anterior. Arreglará las desavenencias que ocurran, los disgustillos transitorios, las pequeñas trifulcas domésticas. Juzgará sin apelación e impondrá la paz, porque ambos cónyuges sienten por ella un respeto afectuoso. La casamentera casi pertenece al nuevo hogar.

Pero, aunque mis yernos son buenos y las muchachas lo mismo ya sabes lo bien que las he educado pues, claro, nunca faltarán desavenencias, disgustillos, incompatibilidades de carácter; porque, naturalmente, donde hay tanta gente, ¿cómo entenderse todos bien?

Palabra del Dia

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