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Actualizado: 1 de junio de 2025
Moreno, después de saludarle, se apresuró á decir que ya había encontrado compañero y venía autorizado plenamente por él para la discusión de los preparativos del combate. El marqués aprobó con un saludo ceremonioso y luego le fué mostrando sus pistolas. Las traje de Europa, y han servido varias veces en lances tan graves como el nuestro.
Ya eran dos a destrozar el idioma. La discusión prolongose por espacio de más de un cuarto de hora, en medio de la mayor algarabía, sin que se aclarase el misterio. El uno se quejaba amargamente, como víctima; el otro se defendía diciendo que era inocente. Echpérame aquí dijo, para acabar M. L'Ambert. M. Bernier, el médico, me dirá echta noche michma lo que hach hecho.
¡No puede ser! decía Ben Zayb; cállese usted... ¡no sabe lo que se dice! ¡Que no lo he de saber, puñales! ¡No sea usted tonto!... los ladrones debían ser más... ¡Hombre! el chupa-tintas éste... Tuvieron un buen altercado. Lo principal para Ben Zayb era no soltar el artículo, dar proporciones al hecho para que resulte la peroracion. Cortó la discusion un susurro.
La hora del tren se aproximaba, y decididos todos a partir, después de una ligera discusión en que triunfó el más cruel egoísmo, pusiéronse en marcha. Leopoldina, muy desasosegada, suplicó entonces a Currita que dejase por lo menos al cuidado de aquel infeliz a Fritz, su lacayo prusiano.
Tal vez sea así, dijo el joven ministro con aire indiferente, como esquivando una discusión que consideraba poco del caso ó no muy razonable; pues poseía en alto grado la facultad de desentenderse de un tema que agitara su temperamento demasiado nervioso y sensible.
El no se turbaba ante esta aglomeración: hallábase acostumbrado a mayores conflictos en su «larga vida política». ¡Haiga orden, ciudadanos, y un poquito de crianza! ¡Que no se diga del cuarto estado!... A cada uno se le dará según el orden de la discusión y los derechos de su autonomía al respetive.
¡No los he visto!... Yo suelo visitar a nuestras relaciones y tú las conoces, Lorenzo, sin encontrar jamás, así: ¡jamás! nada que no sea un «poker armado» o una acalorada discusión, entre damas y caballeros, sobre el costo del sombrero de fulanita; ¡pero, hombre! sin ir más lejos: la otra noche fui a lo de Méndez, ¿sabes? a lo de misia Edelmira, porque era día de recibir.
V. lo entiende mas que yo, dice el rudo encogiéndose de hombros; y luego meneando cuerdamente la cabeza añade: no señor; repito que el negocio no me gusta; yo por mi parte no entro en él; V. se empeña en que ha de ser tan provechosa la especulacion; enhorabuena; allá veremos. Yo no aventuro mis fondos. La victoria en la discusion queda sin duda por el proyectista; pero ¿quién acierta?
Pero, en general, se debe confesar que Martinán no se sumía en estas obscuridades de la lógica sino cuando algún paisano tenía la mala ocurrencia de hacerle beber quieras que no unas copas de aguardiente. Formaban la base de su sistema ciertos axiomas que consideraba fuera de discusión.
Para la mora hubo un poco de discusión, opinando unos que Acay era más á propósito que Beten y otros lo contrario, pero la opinión se decidió por la última, ante la justa observación del Directorcillo, quien dijo que la mora tenía que ponerse calzoncillos muy cortos y las pantorrillas de Acay eran muy delgadas.
Palabra del Dia
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