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Actualizado: 8 de octubre de 2025


Va con ellos don Francisco de Mendoza, gentilhombre cortesano, favorecido de todos y diestro en entrambas sillas de la espada blanca y negra . ¿Qué tropa es esta que viene agora a caballo? preguntó la Rufina. Allí vienen el Conde de Molina y don Antonio Mesía de Tobar su hermano, siendo crédito recíprocamente el uno del otro.

Contra el hombre quedó Satan tan diestro Que si vencerle quiere con pujanza, Como viejo, sagaz y gran maestro, En una muger pone confianza; Y el caso que no puede muy siniestro, Por medio de muger puede y alcanza: De modo que de diez partes de males, Los nueve con muger causa cabales.

Que siendo el don Francisco, como es notorio, muy diestro, y muy bravo, y muy valiente, y viendo el declarante que no podía socorrer á su señor, tomó el partido de ir á buscar una ronda, y huyó dando voces.

Tenía fama de tan diestro, que se le creía capaz de matar de un pistoletazo un mosquito que pasase volando a cincuenta varas de distancia, y de atravesar de una estocada al propio diablo que se pusiese a reñir con él. Añádase a esto que el Conde era celoso como un turco, y no porque amase mucho a la Condesa, sino por otros motivos.

No había podido obtener Pilar que Lucía la acompañase al salón de Damas; cortedad y encogimiento de niña educada en provincia se lo vedaban, haciéndole temer más que al fuego a aquellas mujeres curiosas que examinarían su tocado como el diestro confesor los repliegues de la conciencia del penitente. Pilar, en cambio, estaba allí en su elemento y esfera natural.

Palidecimos y nos sentíamos inquietos; al fin, el editor rompió el silencio con un chiste que, por pobre que fuera, recibimos con espontánea alegría. Cesó de repente el canto, y De-Hinchú, con un rápido y diestro movimiento, arrebató chal y seda, y descubrió, durmiendo pacíficamente sobre mi pañuelo, un diminuto arrapiezo.

Es de advertir que don Eugenio no gozaba fama de diestro tirador, por lo cual, al reunirse los cazadores a mediodía para comer en un repuesto encinar, el párroco de Naya invocó el testimonio de Julián para que asegurase que se las había visto tirar al vuelo. ¿Y qué es tirar al vuelo, don Julián? le preguntaron todos.

El diestro avanzó trabajosamente entre los grupos. Su nombre pasaba de boca en boca con exclamaciones de entusiasmo. ¡Gallardo!... ¡Ya está ahí el Gallardo! ¡Olé! ¡Viva España! Y él, entregado por completo al culto del público, avanzaba contoneándose, sereno cual un dios, alegre y satisfecho, como si asistiese a una fiesta en su honor.

Armados de un sable corvo que llevaban sostenido entre los dientes, iban trepando por las laderas del cráneo, agarrándose á los haces de cabellos como si fuesen los matorrales de una montaña. Luego, apoyándose solamente en una mano y blandiendo la cimitarra con la otra, daban golpes á diestro y siniestro en la espesa vegetación.

470 En semejante ejercicio se hace diestro el cazador: cai el piche engordador, cai el pájaro que trina; todo bicho que camina va parar al asador. 471 Pues allí a los cuatro vientos la persecución se lleva; nadie escapa de la leva y dende que el alba asoma ya recorre uno la loma, el bajo, el nido y la cueva.

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