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Actualizado: 27 de junio de 2025
Exaltada nuestra imaginacion con estos recuerdos, cuando recorriamos aquella fragosa y pintoresca Sierra de Córdoba, que hoy siguen santificando con su vida ejemplar los humildes hijos del Yermo; al señalarnos con el dedo nuestro complaciente guia alguno de los lugares matizados de ruinas donde la piadosa tradicion ve los devastados solares de los antiguos monasterios benedictinos, creimos muchas veces percibir el ténue tañido de una modesta campanita entre el blando susurro de las auras y de los arroyuelos, con que lloran hoy su soledad aquellas montañas que casi nos atreveríamos á llamar sagradas.
Parecíale a Amparo que los lugares testigos de sus dichas y sus yerros habían sido devastados, arrasados por mano aleve. La tierra del huerto que Baltasar había llamado paraíso, desnuda, en barbecho, aguardaba la vegetación. De los verdes y gayos maizales sólo quedaban rastrojos. Los árboles de la carretera alzaban sus ramas peladas y escuetas al brumoso cielo.
Los agujeros de los terrenos de la orilla se llenan de agua ó bien se hunden por la presión de la corriente; los animales que huyen á la ventura se ahogan ó son devorados por las aves de rapiña ó las fieras del bosque; los cultivos del hombre son devastados ó cubiertos de cieno.
Lo que conviene a La Rioja es exactamente aplicable a Santa Fe, a San Luis, a Santiago del Estero, esqueletos de ciudades, villorrios decrépitos y devastados. En San Luis hace diez años que sólo hay un sacerdote, y que no hay escuela ni una persona que lleve frac.
Así y todo, como aquel recinto había albergado mi pensamiento, cuando llegué al antiguo vestíbulo, cuando oí el ruido de mis pasos resonando en los ecos de las capillas y del santuario y cuando las puertas trémulas crujieron girando con dificultad sobre sus goznes, con el corazón tan oprimido y con los ojos llenos de lágrimas, amargas y voluptuosas a la vez, atravesé los corredores resonantes y los patios devastados para llegar al pie de la escalinata de la terraza.
Así compuesta y encendida de calentura y vanidoso placer, parecía hasta hermosa, a despecho de sus pecas y de la pobreza de sus tejidos devastados por la anemia.
Pero no hay males que sean eternos, y un día abrirán los ojos esos pobres pueblos a quienes se les niega toda libertad de moverse y se les priva de todos los hombres capaces e inteligentes, que podrían llevar a cabo la obra de realizar en pocos años el porvenir grandioso a que están llamados por la naturaleza aquellos países, que hoy permanecen estacionarios, empobrecidos y devastados.
Sobre los campos, devastados por la guerra, comenzó a brillar la luz de un nuevo día: hacia la parte de Levante el aire se arreboló cual si la atmósfera se incendiara, y las estrellas, ofuscadas por el sol, se borraron del cielo.
Al tocar en la última jornada, los terrenos, siempre removidos por la corriente, van siendo cada vez mas bajos: muy á menudo las avenidas arrastran consigo las plantaciones, y en diversas ocasiones los indios cayuvavas, viendo devastados sus campos de cultivo, han tenido que alimentarse durante un año entero con el tronco de la palma total, que es en los tiempos de penuria, el maná de aquellas comarcas.
Palabra del Dia
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