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Actualizado: 28 de junio de 2025
De los primeros en llegar era el insigne portugués don Raimundo, después de dar una regular batida por las aceras del Cabildo y del Palacio de Gobierno, tarea que llevaba a cabo con el arte de un consumado polizonte; llegaba malhumorado, porque él decía repugnarle en extremo esta caza cotidiana al deudor olvidadizo, verse obligado a acechar a cada uno, correr detrás, cogerle por los faldones y recordarle por la centésima vez, por la milésima vez que en tal fecha le hizo tal préstamo, y esto todos los días, y siempre sin resultado.
Es más, puede asegurarse que una vez ganado por el Cabildo el pleito á los frailes de San Pablo y entregada por éstos la Biblioteca, la Corporación eclesiástica no recibió la colección de estampas, pues, en los varios autos capitulares en que se trató del pleito, menciónase solamente la «Librería,» y sin duda aquella no fué tampoco á poder de los frailes de San Pablo, antes había volado yendo á parar tal vez á las manos del deudor de D. Fernando, el comerciante genovés, Francisco Leardo .
Comunicó Setoc el negocio con Zadig de quien habia hecho su consejero. ¿Qué condicion tiene vuestro deudor? le dixo Zadig. La condicion de un bribon, replicó Setoc. Lo que yo pregunto es si es vivo ó flemático, imprudente ó discreto. De quantos malos pagadores conozco, dixo Setoc, es el mas vivo. Está bien, repuso Zadig, permitidme que abogue yo en vuestra demanda ante el juez.
Ay de vošotros guias ciegas, ÿ dezis, Qualquiera ÿ juráre por el Templo, es nada: mas qualquiera ÿ juráre por el oro del Tëplo, deudor es. Locos, y ciegos, qual es mayor, el oro, ò el Templo que šancktifica
¿Pero no sabía usted que ella sí le amaba? Últimamente tampoco lo amaba. Entonces ¿por qué volvió a su lado? Tenían intereses comunes. ¿Llama usted intereses comunes a esos préstamos en que él es el deudor?... ¡Pero si ella no la amaba ya, no podía estar celosa de usted! No. Entonces ¿por qué se habría dado la muerte? No sé. A causa de sus escrúpulos, probablemente.
18 Y: Cualquiera que jurare por el altar, es nada; mas cualquiera que jurare por el presente que está sobre él, deudor es. 19 ¡Insensatos y ciegos! Porque, ¿cuál es mayor, el presente, o el altar que santifica al presente? 20 Pues el que jurare por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; 21 y el que jurare por el Templo, jura por él, y por Aquel que habita en él;
En la fecha en que nuestra narración coge a doña Lupe, tenía ya un caudalito de diez mil duros, parte asegurado en acciones del Banco y parte en préstamos con pagaré legalizado, figurando mucha mayor cantidad de la percibida por el deudor. El ex-alabardero era enemigo del materialismo de las hipotecas con seguridad legal y rédito prudente.
Palabra del Dia
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