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Actualizado: 22 de junio de 2025


Sin embargo, no están de más las precauciones como las nuestras, aunque hayan sido tomadas contra las alimañas del monte, sin acordarnos de las vilezas de cierta casta de hombres desconocida en estos honrados valles.

Un hombre joven y robusto, partía leña delante de la puerta: un cordón negro retenía por detrás sus largos cabellos de un rubio pálido. Levantó la cabeza y me sorprendió el carácter extraño de sus facciones y la mirada tranquila de sus ojos azules: me saludó en una lengua desconocida, con un acento breve, dulce y salvaje.

Debe haber una equivocación pensó Martín . No es posible otra cosa. Subieron la escalera, el criado levantó una cortina y pasó Zalacaín. Sentada en un sofá y hojeando un álbum, había una mujer desconocida, una mujer pequeña, delgada, rubia, elegantísima. Perdone usted, señora dijo Martín , creo que usted y yo somos víctimas de una equivocación...

Sus cinco años de emancipación habían sido para él muy alegres; sonreía recordando sus éxitos, y ahora mismo pensaba con fatuidad en aquella desconocida que le aguardaba: alguna mujer que le habría conocido en los salones y tenía interés en rodear de misterio su pasión.

, cuyas órdenes habian sido obedecidas desde las orillas del Ródano al Desierto, te humillaste á recibir las de una ciudad hasta entonces desconocida, las de la ciudad de Baeza.

No respondo de nada; pero presiento una ley fisiológica, hasta aquí desconocida, y que me consideraré muy feliz si puedo formularla.

La viuda le contó en pocas palabras y de prisa lo que había sucedido; cómo habían resuelto encerrar a su hija en una casa de sanidad desconocida; lo que había sufrido ante ese peligro extremo; cómo, inspirada por la desesperación, había osado intentarlo todo, y cómo el intendente, después de una larga resistencia, le había entregado la prueba de su derecho de madre, y del rapto de su hija.

La prójima le clavó sus dedos en los brazos, y Jacinta la miró aterrada, como quien está delante de una fiera... Entonces vio una sonrisa de brutal ironía en los labios de la desconocida, y oyó una voz asesina que le dijo claramente: «Soy Fortunata». Jacinta se quedó sin habla... después lanzó un ¡ay! agudísimo, como la persona que recibe la picada de una víbora.

Tras éste pasó otro carro de la misma manera, con otro viejo entronizado; el cual, haciendo que el carro se detuviese, con voz no menos grave que el otro, dijo: -Yo soy el sabio Alquife, el grande amigo de Urganda la Desconocida. Y pasó adelante.

Contemplaba la gente el paisaje con la avidez de un descubridor que tras larga navegación alcanza una tierra desconocida, admirando la frondosidad de los bosques tropicales, la forma original de las montañas, todas ellas de bizarros contornos.

Palabra del Dia

rigoleto

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