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Actualizado: 8 de junio de 2025
Desechásteme, ¡oh ingrata!, por quien tiene más, no por quien vale más que yo; mas si la virtud fuera riqueza que se estimara, no envidiara yo dichas ajenas ni llorara desdichas propias. Lo que levantó tu hermosura han derribado tus obras: por ella entendí que eras ángel, y por ellas conozco que eres mujer.
Aquel edificio que la mística escritora habitó en Sevilla en la calle Pajería, fué convento hasta 1588, y el año 1882 el edificio, que se había conservado casi como estuvo en el siglo XVI, fué derribado, colocándose después en el que se levantó sobre su área, una lápida en la fachada que recuerda la fundación de la madre Teresa de Jesús y su estancia en nuestra ciudad.
La parte mayor de la ciudad no se enteró de este suceso, que insignificante en las páginas de la historia patria, fué para mí de trascendencia suma, y más digno de mención que si hubiese derribado añejos tronos y alterado la geografía del Continente.
Echó a andar por la sombra de una tapia, cruzó dos o tres calles, atravesó una plaza, y metiéndose por pasadizos y solares, para acortar distancias, vino a desembocar en un paseo de olmos, jigantescos, cuyo ramaje se entrelazaba formando bóveda de sombra, bajo la cual, le esperaba, sentada en un tronco derribado, una mujer joven, limpia y graciosa, que tenía delante una cesta, al lado un perro, y en el regazo un niño.
La furia del conde, retenida por algunos minutos, estalló y le cegó. Era robusto, tenía unos puños de hierro, y sacudía con el sable una lluvia de tajos sin orden ni concierto. Cuatro veces tocó a D. Luis, por fortuna siempre de plano. Lastimó sus hombros, pero no le hirió. Menester fue de todo el vigor del joven teólogo para no caer derribado a los tremendos golpes y con el dolor de las contusiones. Todavía tocó el conde por quinta vez a D. Luis, y le dio en el brazo izquierdo. Aquí la herida fue de filo, aunque de soslayo. La sangre de D. Luis empezó a correr en abundancia. Lejos de contenerse un poco, el conde arremetió con más ira, para herir de nuevo: casi se metió bajo el sable de D. Luis.
Lanzando una exclamación de sorpresa y despecho hizo volver grupas á su caballo, derribó éste á los dos arqueros que intentaban detenerlo é iba ya á lanzarse al galope hacia el valle, cuando caballo y caballero se vieron detenidos bruscamente por las férreas manazas de Tristán. Un momento después yacía el jinete derribado en el suelo. Rescate tenemos, dijo Tristán.
Aullad, alcornoques de Basán, porque el fuerte monte es derribado. 4 Así dijo el SE
11 También es dado por mí mandamiento, que cualquiera que mudare este decreto, sea derribado un madero de su casa, y enhiesto, sea colgado en él; y su casa sea hecha muladar por esto. Yo Darío puse el decreto; sea hecho prestamente. 13 Entonces Tatnai, capitán del otro lado del río, y Setar-boznai, y sus compañeros, hicieron prestamente según el rey Darío había enviado.
Pero á falta de este recurso, apeló á un zurriago que para los grandes lances estaba colgado en la pared, detrás de la mesa, y se fué con él encima del primer grupo de amotinados que jugaban á la pelota y habían derribado ya con ella el tintero magistral.
Aparte de los trabajos colosales del Louvre, que la imaginacion no acierta á comprender hayan sido ejecutados en tan corto plazo, la calle de Rivoli, majestuosa y soberbia, viene á aumentar la admiracion del viajero. En todos los barrios de la gran capital, se han derribado centenares de casas miserables, sobre cuyas ruinas se levantan hoy palacios y elegantes edificios.
Palabra del Dia
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