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Actualizado: 9 de mayo de 2025


El dia también que el pueblo español pueda saborear las nobles fiestas de la democracia, de la vida libre y popular, trocará el circo de toros por la asamblea y el gabinete de lectura. Sus defectos actuales no provienen sino del aislamiento, que ha impedido sacudir los malos hábitos y las preocupaciones perniciosas.

Pero, a la manera de una bestia feroz, en cuya posteridad domesticada hubiérase cambiado la acometividad en mansedumbre artera e innoble, el igualitarismo, en la forma mansa de la tendencia a lo utilitario y lo vulgar, puede ser un objeto real de acusación contra la democracia del siglo XIX. No se ha detenido ante ella ningún espíritu delicado y sagaz a quien no hayan hecho pensar angustiosamente algunos de sus resultados en el aspecto social y en el político.

Racionalmente concebida, la democracia admite siempre un imprescriptible elemento aristocrático, que consiste en establecer la superioridad de los mejores, asegurándola sobre el consentimiento libre de los asociados.

Yo me propongo hablaros exclusivamente de esta última causa, porque confío en que vuestra primera iniciación en las revelaciones de la ciencia ha sido dirigida como para preservaros del peligro de una interpretación vulgar. Sobre la democracia pesa la acusación de guiar a la humanidad, mediocrizándola, a un Sacro Imperio del utilitarismo.

El más deslumbrado era D. Francisco, y además el único mortal que leía los folletos bailónicos á los diez años de publicarse; literatura envejecida casi al nacer, y cuyo fugaz éxito no comprendemos sino recordando que la democracia sentimental, á estilo de Jeremías, tuvo también sus quince.

Los aliados, por nuestra parte, seguimos creyendo que Inglaterra y Francia representan la libertad, la democracia, el derecho de pueblos, etc., etc. Es una nueva Batracomiomaquia, de la que el autor modesta rana beligerante le ofrece algunas notas a su público. Si los alemanes perdieron la guerra, no fue por culpa de los críticos germanófilos.

Hablando de opiniones políticas, dice que él quiere la igualdad de la riqueza y de los goces, no de la miseria y del martirio. Es demócrata, pero quiere ir en coche. Tiene la democracia del sentimiento, y la aristocracia del carruaje. Si aspirara á que lo empleasen, su primer empleo seria una cartera de ministro, ó una embajada de primer órden.

Entonces una democracia nacida en los trastornos de la revolución y alzamiento nacional, fundaba el moderno criterio político, que en cincuenta años se ha ido difícilmente elaborando. Grandes delirios bastardearon un tanto los nobles esfuerzos de aquella juventud, que tomó sobre la gran tarea de formar y educar la opinión que hasta entonces no existía.

Toda igualdad de condiciones es en el orden de las sociedades, como toda homogeneidad en el de la Naturaleza, un equilibrio instable. Desde el momento en que haya realizado la democracia su obra de negación con el allanamiento de las superioridades injustas, la igualdad conquistada no puede significar para ella sino un punto de partida. Resta la afirmación.

Para afrontar el problema, es necesario empezar por reconocer que cuando la democracia no enaltece su espíritu por la influencia de una fuerte preocupación ideal que comparta su imperio con la preocupación de los intereses materiales, ella conduce fatalmente a la privanza de la mediocridad, y carece, más que ningún otro régimen, de eficaces barreras con las cuales asegurar, dentro de un ambiente adecuado, la inviolabilidad de la alta cultura.

Palabra del Dia

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