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Al ver el gesto de asombro con que su marido acogía esta demanda, fué perdiendo la sonrisa pueril que dilataba su rostro; pero todavía insistió en emplear su voz de niña para gemir con tono dulzón: ¿Dices que me amas, Federico, y te niegas á darme esa pequeña cantidad?...

Años después, recordando aquel golpe de audacia, para el cual sólo el amor podía haberle dado fuerzas, lo que más admiraba en su temeraria empresa era el piquillo de su pretensión, los doscientos reales en que su demanda había excedido a su necesidad. «¿Por qué pedí mil reales en vez de ochocientos?». No se lo explicó nunca. D. Juan Nepomuceno miró, sin contestar, a su afín. ¡Mil reales!

Salvage que en sus raptos de demencia Volcó la hermosa antorcha de la ciencia Para encender con ella su fogon, Donde quemó del pueblo los derechos, Y el bello libro de los grandes hechos... Mas ¡ah! su cifra está en el corazon. Entonces en demanda tuya, ¡oh Mayo!

El veterano echaba de menos los días en que, según él decía, jamás se compraba con oro ni tratados el paso por tierra extranjera, sino que se ganaba á punta de lanza ó se perecía en la demanda.

24 Porque en esperanza somos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, no lo espera. 27 Mas el que escudriña los corazones, sabe qué es el deseo del Espíritu, que conforme a Dios, demanda por los santos. 31 ¿Pues qué diremos a esto?

Montando las naves y completando sus dotaciones doscientos treinta hombres entre soldados y marineros. Con tales elementos y un regular repuesto de vituallas, se hicieron á la mar el 10 de Agosto de 1519, tomando rumbo en demanda de las islas Canarias. El 15 de Octubre dejó la escuadra la vista de Tenerife, poniendo proa á la Costa de Guinea.

Y en cuanto esto pasaba, a la memoria me vino una cobardía y flojedad que hice, por que me maldecía, y fue no dejalle sin narices, pues tan buen tiempo tuve para ello que la meitad del camino estaba andado; que con sólo apretar los dientes se me quedaran en casa, y con ser de aquel malvado, por ventura lo retuviera mejor mi estómago que retuvo la longaniza, y no pareciendo ellas pudiera negar la demanda.

Agora os llega este caparazón y, despreciando mi demanda, se lo mandáis a él, que ya tiene sobrados. Todavía este puerco exclamó señalando al lacayo me lo enseña de lejos con sorna; se lo pido para mirallo, y echa a correr dando voces. Don Felipe seguía moviendo, de tiempo en tiempo, la cabeza, sin levantar la mirada.

El agua, ya sin destino, de las antiguas fuentes, suena debajo de los escombros, como enterrado vivo que se queja en demanda de socorro, ó como recordando y llamando á los antiguos frailes para que reedifiquen aquel edificio monumental.

Todo París sospechaba su situación, pero el mundo establece una gran diferencia entre una delincuente convencida o una mujer sospechosa. Así podía encontrar aquí y acullá algunas almas tan ingenuas que respondiesen de su virtud. La señora de Villanera anunció a su hijo que la demanda estaba hecha y aceptada.