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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Se puso coloradona como un tomate maduro, y al fin llegó a declararme, en medias palabras y entre oscilaciones de sus caderas y manoseos del delantal, que «por su parte no diría propiamente que no... cuando juere ocasión de eyu... si su madre...». Llamé a Facia enseguida, vino, y sometí el negocio a su consideración.

Salga de aquí, ó haré que le echen. ¿Quiere V. delatarme? ¿Quiere V. declararme culpada? Hágalo. No temo ya desventura ni humillación, por grande que sea. Sépalo V. de una vez para siempre: me alegro de que Clara entre en un convento. No seré tan vil, que por miedo de V. falte á mi deber inculcándole lo contrario. Ahora, márchese; salga de mi casa; déjeme tranquila.

¡Que nadie toque á ese hombre! decía . Ninguna mano humana debe ofenderle. Supondría, en caso de agresión, que yo ó el gobierno habíamos dado la orden. ¡Lo declaro sagrado!... Y escuchándole, pensaba que, si mi protector quería declararme «sagrado» con la misma voz y poniendo los mismos ojos, consideraría oportuno tomar el primer tren que saliese para la frontera de los Estados Unidos.

Vas a responder con sinceridad a lo que te pregunte: vas a declararme la verdad desnuda: no como si respondieses a tu hermano, sino como si respondieses a tu propia conciencia; como si estuvieses ante el tribunal del Eterno y fuese El quien te interrogase. Pregunta. No receles. No manchará mis labios la mentira. ¿Amas a Braulio? Con todo mi corazón. Braulio es feo y hermosa.

Así como así, en mi fuero intento, renegaba de mi pusilanimidad, temiendo que en el instante en que hubiera de dirigirle la palabra me abandonara el valor de que venía haciendo tan gran acopio, y, por lo tanto, juzgué que era mejor declararme por escrito. Y así como lo pensé lo hice en seguida; apenas llegué a casa, sentome ante mi mesa, pluma en ristre.

Una mujer como mi tía, tenía que ser, como fue, de una esterilidad a toda prueba. Hasta los quince años yo tuve vehementes dudas sobre su sexo; aquel retoño de los Atridas no dio fruto a pesar de mi tío. Mi tío estaba lejos de ser un apóstol, pero era un santo. El lado débil de mi tío era el amor, y esto explicará por qué es que a los dos años de viudez acaba de declararme que se casa.

Supongamos pensaba andando hacia su gabinete , que hay algo que no quiere declararme ahora: ¿qué será todo ello?

Mi teoría añadió, está plenamente confirmada, y, como fisiólogo, tengo que declararme satisfecho; pero, como médico, quisiera ante todo curaros, y el estado en que he visto a ese infeliz no me inspira demasiadas esperanzas. ¡Vos le salvaréis, doctor! Por lo pronto, no me pertenece actualmente: se encuentra al servicio de un colega mío que le estudia con cierta curiosidad.

Creyeron que todo lo que se había adelantado, en 17 años de predicación pacífica, por el Partido Autonomista, iba a ser irremediablemente perdido; y un amigo particular mío, que se hallaba en Madrid cuando los primeros sucesos estallaron, que salió de España muy poco después y regresó a Cuba, hubo de declararme que en una entrevista que tuvo pocos días antes de embarcarse con el famoso tribuno español don Emilio Castelar, este le significó que en Cuba, se había cometido un acto de demencia irreparable, y que los que lo cometían y los que no lo cometían, en virtud de irremediable consecuencia de la solidaridad, verían perturbado el sistema político de Cuba, ya que aquellos sucesos lo harían volver mucho más atrás de donde se encontraba en el momento en que se iniciaron los primeros esbozos de un plan de reformas.

Doña Manolita, abrazando tiernamente a doña Luz, contestó con estas palabras: Aunque no tuviese yo mil razones para alegrarme de mi boda, me alegraría, porque te ha excitado a declararme hoy tu amistad del modo más explícito y como nunca lo habías hecho. Estoy contenta y llena de orgullo de que tanto me estimes para amiga.

Palabra del Dia

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