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Actualizado: 17 de mayo de 2025
1 Canción de las gradas: de David. Yo me alegré con los que me decían: A la Casa del SE
Mientras hablaban se frotaban suavemente los nudillos de la mano izquierda con la palma de la derecha. Todo era admirarse de verla en traje de seglar y tan cambiada que, según decían, nunca la hubieran conocido.
Y, sin embargo, ¡qué corrupción la de los tiempos que corren! como decían las benditas madres que me han educado. ¡Qué perversa condición tenemos las mujeres! ¿Quiere usted creer que a pesar de todo, me es usted muy simpático y me hace muchísima gracia? Lo que no apruebo, es que tenga usted tan estrafalarias ocurrencias.
Por ventura se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. 11 Mas el SE
Los conservadores nos prometían una revolución desde arriba, y yo sonreía incrédulamente; los republicanos y los socialistas nos anunciaban una revolución desde abajo, y yo volvía a sonreír con la misma incredulidad. Esto no puede seguir así me decían . Esto tiene fatalmente que transformarse. El mundo entero se transforma, y España no está en la Luna, sino en el mundo... Todo era inútil.
Pasaba las noches en la «sala del crimen», como llamaban a la pieza del juego, y rara vez conseguía ganar. Su mala suerte era motivo de vanidad para el club. Anoche llevó paliza el Gallardo decían los socios . Lo menos perdió once mil pesetas.
Iba con gran desenfado mirando a las ventanas y haciendo cortesías a los que dejaban sus oficios por mirarle; hízose dos veces los bigotes; mandaba descansar a los confesores y íbales alabando lo que decían bueno.
El bachiller respondió que, puesto que él no era de los famosos poetas que había en España, que decían que no eran sino tres y medio, que no dejaría de componer los tales metros, aunque hallaba una dificultad grande en su composición, a causa que las letras que contenían el nombre eran diez y siete; y que si hacía cuatro castellanas de a cuatro versos, sobrara una letra; y si de a cinco, a quien llaman décimas o redondillas, faltaban tres letras; pero, con todo eso, procuraría embeber una letra lo mejor que pudiese, de manera que en las cuatro castellanas se incluyese el nombre de Dulcinea del Toboso.
Los turcos decían que los dineros pasaban de 50.000 ducados, mas tiénese por cierto que no sea verdad y que no fuesen aun la mitad.
No sé por qué el cuerpo de aquel desgraciado fue el único que les movió a perder con tal descaro el respeto a la muerte, y decían: «Ya las ha pagado todas juntas...; no volverá a hacer de las suyas», y otras groserías del mismo jaez.
Palabra del Dia
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