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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Cuando el cuervo de Yégof, volando de cima en cima, se acercaba a aquel lugar de infortunio, el anciano Materne se disponía a disparar su carabina; pero en seguida el pájaro de mal agüero se alejaba velozmente, lanzando graznidos lúgubres, y el brazo del anciano cazador volvía a caer inerte.
Así, a despecho de su indulgencia para todos los que le amaban y mucho le quería el anciano pastor, Domingo le trataba un poco como a un viejo cuervo charlatán: «Está bien, está bien, tío Jacobo, le decía, hasta mañana», y trataba de continuar el paseo.
Pero la obra de Rufino Cuervo será un timbre de honor para su patria y para nuestra raza. Si he consignado algunos nombres, si me he detenido en algunas de las personalidades más notables en la actualidad, es porque, habiendo tenido la suerte de tratarlas, entran en mi cuadro de recuerdos.
Las nubes eternas del Corfín habían vertido todos sus humores en Marzo y en Abril. Los vetustenses salían a la calle como el cuervo de Noé pudo salir del arca, y todos se explicaban que no hubiera vuelto. Después de dos meses pasados debajo del agua, ¡era tan dulce ver el cielo azul, respirar aire y pasearse por prados verdes cubiertos de belloritas que parecen chispas del sol!
13 Y de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán abominación: el águila, el quebrantahuesos, el esmerejón, 14 el milano, y el buitre según su especie; 15 todo cuervo según su especie; 16 el avestruz, y el mochuelo, y la gaceta, y el gavilán según su especie; 17 y el halcón, y la gaviota, y la lechuza, 18 y el calamón, y el cisne, y el pelícano,
Una noche en la tertulia de Visitación Olías de Cuervo, Obdulia le había tocado con una rodilla en una pierna.
Quizás exprese D. Rufino J. Cuervo, pues ya se entiende que éste es el autor de la carta, no ya una convicción, sino el temor, propio de quien mucho ama, de que aquello que ama desaparezca o muera.
516 No tiene cariño a naides ni sabe lo que es amar. ¿Ni que se puede esperar de aquellos pechos de bronce? Yo los conocí al llegar y los calé dende entonces. 517 Mientras tiene qué comer permanece sosegao; yo que en sus toldos he estao y sus costumbres oservo, digo que es como aquel cuervo que no volvio del mandao.
Cuando, a orillas del mismo Salto, me narraron la hazaña, cerré los ojos bajo un secreto terror y sentí algo como antipatía por dicho señor Cuervo, a quien no reconozco el derecho de humillar de esa manera a sus semejantes. Llegó el momento del regreso y emprendimos la vuelta con un cansancio extremo.
Y más adelante añadía, describiendo el concurso de personajes ilustres que habían acudido al palacio de Villamelón en aquellos momentos críticos: «Con gran asombro de todos, llegó también presuroso el señor marqués de Butrón, trayendo blanca por completo su poblada barba, negra de ordinario, como las alas del cuervo.
Palabra del Dia
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