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Actualizado: 31 de octubre de 2025


¡Infeliz muchacho!... Si yo me dedicase á cazar, haría, seguramente, más que él.... Todo lo que cuentan los periódicos de sus hazañas debe pagarlo á tanto la palabra. Una primavera, encontrándose en Florencia, cambió instantáneamente la orientación de su vida. Vió su verdadero camino; se enteró de dónde estaba la celebridad.

Todos miden el espacio, y sus varias dimensiones; todos cuentan, todos conciben el tiempo: ¿por qué pues se halla tanta dificultad en explicar estas ideas? ¿por qué tanta diferencia en las opiniones de los filósofos? I, cap.

Incorporóse lentamente y contempló á Roger, que no tardó en abrir los ojos y en sonreirse complacido al escuchar los elogios que todos á porfía le prodigaban. Os estoy muy reconocido, señor mío, díjole Tránter, con no muy amistoso acento. Sin vos hubiera perecido en el río, porque soy natural de las montañas de Varén, donde se cuentan muy pocos que sepan nadar.

Cuentan un suceso, refieren un lance, trágico o cómico, triste o alegre, pero sin fijarse en la pintura de las costumbres y en la viva representación de las pasiones y caracteres humanos.

Por eso sin duda, muchos autores violentan la serena sencillez de su idioma, obligándole á producir una florescencia atormentada, de invernáculo, y hacen de ello su mayor mérito. Buscan ocultar de tal modo, bajo la frondosidad forzada del lenguaje, la anémica pobreza de la historia que cuentan.

¡Bueno está eso! -respondió don Quijote-. Los libros que están impresos con licencia de los reyes y con aprobación de aquellos a quien se remitieron, y que con gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y caballeros, finalmente, de todo género de personas, de cualquier estado y condición que sean, ¿habían de ser mentira?; y más llevando tanta apariencia de verdad, pues nos cuentan el padre, la madre, la patria, los parientes, la edad, el lugar y las hazañas, punto por punto y día por día, que el tal caballero hizo, o caballeros hicieron.

¡Cuentan las cosas con tantas palabras raras, y uno no las puede entender!: como cuando le dicen ahora a uno en la Exposición de París: «Tome una djirincka ¡djirincka! y vea en un momento todo lo de la Explanada»: ¡pero primero le tienen que decir a uno lo que es djirincka! Y por eso no entiende uno las cosas: porque no entiende uno las palabras en que se las dicen.

Al hablar de mi nacimiento, no imitaré a la mayor parte de los que cuentan hechos de su propia vida, quienes empiezan nombrando su parentela, las más veces noble, siempre hidalga por lo menos, si no se dicen descendientes del mismo Emperador de Trapisonda.

Al sonar el último cañonazo, el loco desapareció. ¿Dónde se había refugiado? He aquí lo que cuentan a este propósito las gentes de Tiefenbach: En aquel tiempo vivían en el Bocksberg dos seres singulares, dos hermanas: una llamada Catalina la Pequeña, y la otra Berbel la Grande.

Cuentan las crónicas electorales de aquel distrito que, no bien supo D. Paco la que D. Acisclo le estaba urdiendo, empezó a trabajar en contra, saliendo del letargo, o mejor diremos del tranquilo y descuidado reposo en que su confianza y seguridad hasta allí le habían tenido. Esto, naturalmente, hizo que don Acisclo tuviese que redoblar cada vez más su actividad. Así es que no paraba.

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