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Hágase reducir a buena lumbre unas cucharadas de jugo blanco con setas previamente pasadas por manteca; trábese con tres yemas de huevo, agréguense unos veinte gramos de manteca fresca, una pulgarada de perejil blanqueado y zumo de limón, e incorpórense las manos de carnero a esta salsa poco antes de servir.

LENGUADO AL PLATO. Se unta con manteca un plato que resista al fuego, y se espolvorea con cebollas y setas picadas; se ponen encima dos lenguados limpios sin piel negra y abiertos por un lado, uno junto a otro; se echa medio vaso de vino blanco, dos cucharadas de caldo, setas picadas, pan rallado y un poco de manteca derretida.

Era cosa que me causaba náuseas verla echar cucharadas colmadas en cuantos platos se la presentaban. D. Oscar comía rajas de naranja con aceite y vinagre. D.ª Tula espolvoreaba de azúcar los pimientos. Así se pasaron diez o doce días. La exactitud de don Oscar me abrumaba. Estuve por mandarlo al diablo más de veinte veces.

Acometió el enorme plato que habían colocado en el centro de la mesa para él y los dos toreros. Otro plato igual humeaba más allá para la gente del cortijo. Su voracidad pareció avergonzarle de pronto, y a las pocas cucharadas se detuvo, creyendo necesaria una explicación.

Y era así, que los mozos gabachos del comendador, que todo el día anduvieron guantando con blanco a los vagantes, y sujetando jirones y añaceas al manto de las dueñas, encontrando de estantigua al buen Tomillas, por la media noche le arremetieron con algazara, e le atapaban la boca con poleadas de yeso, cual a chico mamón, e el cuitado gritaba: "Que me rematan a coces y cucharadas."

PASTEL MOKA. A doscientos gramos de mantequilla deshecha, pero fría, se echan tres cucharadas de azúcar y se trabaja mucho la pasta con una cuchara de madera; se mezclan tres yemas y se vuelve a trabajar mucho, mezclando luego media jícara de café moka muy espeso; una vez bien trabajado todo, se coloca media libra de bizcochos, en la siguiente forma: una capa de bizcocho, otra de pasta, otra de bizcochos, etc., hasta llenar el molde; con la pasta que queda se reboza bien, poniendo encima cuatro torres, o como se quiera adornar, y después se salpica todo él con almendra tostada que se tendrá antes partida menudita; para esta cantidad bastan veinticinco gramos.

Al primer hervor se retira y añaden ciento veinticinco gramos de harina; se menea bien para que la pasta quede bien lisa; se cuece a fuego lento, hasta que esté espesa; se mezclan cuatro huevos enteros, uno tras otro, y se quita la cáscara del limón. Se toma la masa por cucharadas, que se colocan sobre una placa, y espolvoreadas con azúcar se meten al horno.

ENSAIMADAS. Se toman 30 gramos de levadura y un poco de sal, se echan dos o tres cucharadas de leche, y cuando está blanda, se agrega una cucharada de azúcar en un cuartillo de leche templada; se disuelven 130 gramos de mantequilla, se deja enfriar y se baten ligeramente dos huevos.

Fue necesario que le diesen algunas cucharadas de azahar y le hicieran oler el frasco de sales. Al cabo con gesto de indignación dijo a su cuñada: Me alegro, hija, de no hallarme en tu caso, porque si lo estuviera abortaría seguramente. Cuál sería el asombro y el susto que recibió cuando a las dos de la madrugada vinieron a decirle que Clara estaba con los dolores de parto.

Al aproximarse, los gruesos zapatones hacían saltar el polvo o las pellas de barro, y las últimas cucharadas tenían el mismo sabor que si comiesen tierra. A medio día era el gazpacho frío, preparado en el mismo campo. Pan también, pero nadando en un caldo de vinagre, que casi siempre era vino de la cosecha anterior, que se había torcido.