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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Y al mismo tiempo la apretó el cuello con sus tiernos brazos y la cubrió el rostro de besos. ¿Por qué lloras, mamá? preguntó sorprendido al sentir en los labios el amargor de las lágrimas. ¿No tenes nada? Toma mi corneta... Y le ofreció una de plomo que le había costado a Basilisa dos cuartos.
Así, la gente baja vive de una manera deplorable. Hay cuartos estrechos en que duermen cinco o seis personas por tierra; la bondad de aquel clima, fuerte y sano, salva sólo a la ciudad de una epidemia.
Su madre D.ª Juana de Sousa fundó doce aniversarios por su alma, y llevada del grande amor que le tenia, se retiró del mundo á vivir dentro de la misma iglesia, pidiendo para esto al cabildo los cuartos que llaman de cabeza de rentas, donde dispuso su habitacion para el resto de sus dias.
Se labró segun unos el año 1517 en el sitio de la antigua puerta de Jerusalen, que cerró el cabildo dicho año cuando hizo la estantería para colocar la numerosa librería que le habia legado el obispo D. Martin Fernandez de Angulo. Segun otros no se fundó hasta el año de 1578, en que se mudó la librería al lugar que hoy ocupa en los cuartos altos.
Aunque las librerías que tenían los curas jesuitas en sus cuartos, pertenecientes a las comunidades por ser compradas con los haberes de los pueblos, no debían ni deben considerarse por bienes de la iglesia, pareció conveniente dejarlas al cuidado de los curas, así porque pueden tenerlas con más aseo, como para que se aprovechen de la lectura de los libros útiles a su ministerio.
Iba a añadir: «Y que se me deben dos cuartos por la noticia» o cosa análoga, pero no le dio lugar a ello su abuelo, alzándose del sillón con la agilidad de bicho montés que caracterizaba sus movimientos todos, no sin que al hacerlo produjese un tempestuoso remolino en el mar de calderilla, y la caída de algunas torres que, con sonoro estrépito, se rindieron a la gran pesadumbre.
Estaba ubicado en la esquina Viamonte, antes Temple, y Suipacha. Como dependencia del café, y formando parte de la planta baja, que daba hacia la primera, había hasta la mitad de la cuadra una veintena de cuartos a la calle, con puertas que se abrían a ésta y otra interior, que daba al gran patio del café: eran otras tantas salidas clandestinas del antro misterioso.
En Madrid, el día antes de casarse, no fue hombre para gastarse seis cuartos en un ramo de rositas de olor... En Navalcarnero le había regalado un botijito, y la llevaba a pasear por los trigos, permitiéndose coger amapolas, que se deshojaban en seguida.
Los cuartos se concluyen, y la infeliz mujer se ve arrastrada, trabajando para dar un pedazo de pan a sus hijos... Y luego, ¿qué saben ellos de dar estimación ni un poco de gracia a la mujer?
Por presto que volvió Rincón, ya halló en el mismo puesto a Cortado. Llegóse Cortado a Rincón, y preguntóle que cómo le había ido. Rincón abrió la mano, y mostróle los tres cuartos.
Palabra del Dia
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