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Actualizado: 23 de julio de 2025
Los árabes que bordaron la Alhambra habrían declarado también que sus mejores templetes y camarines no excedían en finura, suntuosidad é idealismo á tal maravilla del arte cristiano.
El ubicuo diablo cristiano es el subdiós de la iniquidad, el summum del salvajismo sobrenatural.
Me quitaríais de encima un cuidado, porque aunque la he dotado mejorándola, para contrapesar con dinero lo que la falta de hermosura, no hay un cristiano que cargue con ella; vos es distinto; á vos, para quien no existen los encantos de la mujer, ¿qué más os da? Amigo don Iñigo, yo he sido muy buen mozo. Ya lo sé. Y quiero que mi hijo ó mi hija lo sean. Es muy justo.
Lo que yo pienso hacer de mi parte es rogarle a Nuestro Señor que le eche a aquellas partes donde él más se sirva y adonde a mí más mercedes me haga. -Vos lo decís como discreto -dijo el cura- y lo haréis como buen cristiano.
La prision del tesorero fué consecuencia del proceso i castigo dado á una manceba que tenia en su casa: la cual acusada de judaizante, negó primero, i despues confesó su delito, terminando con declarar que Pedro Fernandez de Alcaudete su concúbito, á pesar de ser dignidad de tesorero de la catedral, i de vivir con apariencias de cristiano tambien observaba la lei de Moisés.
Sí, de todo corazón, más cada día.... Como que ya no veo más refugio para mi alma que la religión.... Bueno, pues si eres cristiano ya veremos si debes perdonar o no.
En el tiempo y en el medio en que yo era niño y crédulo, la condición espiritual del niño cristiano era el del unitario en tiempo de Rosas, según la descripción de Vélez Sársfield.
Y en efecto, allí acudían todos los capitanes y pilotos que hacían escala en la villa. Su admiración a veces, rebasando un poco los límites de la gravedad británica, les impulsaba a aproximar demasiado las luengas barbas rubias al rostro de alguna bella. ¿Usted es bobo, cristiano? preguntaba ella poniéndole la mano en el pecho y rechazándole con fuerza.
Pero, dejando esto del gobierno en las manos de Dios, que me eche a las partes donde más de mí se sirva, digo, señor bachiller Sansón Carrasco, que infinitamente me ha dado gusto que el autor de la historia haya hablado de mí de manera que no enfadan las cosas que de mí se cuentan; que a fe de buen escudero que si hubiera dicho de mí cosas que no fueran muy de cristiano viejo, como soy, que nos habían de oír los sordos.
No dirán sino que son unos santos Tomases y otros doctores de la Iglesia; guardando en esto un decoro tan ingenioso, que en un renglón han pintado un enamorado destraído y en otro hacen un sermoncico cristiano, que es un contento y un regalo oílle o leelle.
Palabra del Dia
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