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Actualizado: 9 de junio de 2025


Poseía un raro talento de asimilación y de generalización que le permitía abordar con brillo y con criterio sólido todos los problemas que en el orden político o sociológico entrañan el desenvolvimiento de las naciones y su memoria privilegiada le permitía recordar todo cuanto había pasado por el crisol de su inteligencia.

Picaresca es en cierto modo La Regenta, lo que no excluye de ella la seriedad, en el fondo y en la forma, ni la descripción acertada de los más graves estados del alma humana. Y al propio tiempo, ¡qué feliz aleación de las bromas y las veras, fundidas juntas en el crisol de una lengua que no tiene semejante en la expresión equívoca ni en la gravedad socarrona!

Siguiendo tu comparación, pues que transformas a Pepita en crisol, y a Luis en metal, yo buscaré o tengo buscado ya un fuelle o soplete utilísimo, que contribuya a avivar el fuego para que el metal se derrita pronto. Este soplete es Antoñona, nodriza de Pepita, muy lagarta, muy sigilosa y muy afecta a su dueño. Antoñona se entiende ya conmigo, y por ella que Pepita está muerta de amores.

Esta obra, este monumento, este tabernáculo prosiguió el canónigo resume también, probado y purificado, es cierto, en el crisol de Santo Tomás, todo el saber del Estagirita; pero, a fin de formaros en la veneración de este otro filósofo admirable y defenderos contra ciertas ideas que corren como peste por las aulas, quiero leer agora, a guisa de vestibulum, un opúsculo que acabo de componer contra Pedro Pomponacio y algunos españoles que, siguiendo la singularidad de Alejandro Afrodiseo, afirman que Aristóteles sintió y escribió que el alma racional muere con el cuerpo.

Acaso el dolor penetre en los átomos de la materia y los haga sabrosos, así como el dolor cuando penetra en el espíritu le purifica, le acendra y le presta bondad, hermosura y merecimientos que nunca sin el dolor alcanzaría. No deberíamos entonces decir como Epícteto: ¡oh dolor! nunca confesaré que eres un mal; sino ¡oh dolor! eres un bien y el crisol de las mayores excelencias y virtudes.

Pepe añadió: Menos las enfermedades, escaseces, disgustos y otros obsequios... Con todo lo cual se prueba el temple del alma y se depura la virtud. La desgracia es el crisol de la fe. Y pasa uno la vida que es un gozo: aunque yo creo que eso de someternos a pruebas es calumnia que levantáis al Ser Supremo. ¡Ah! ¿Llamas a Dios el Ser Supremo? ¿Eres libre pensador? ¡Quién sabe lo que uno es?

Inocentes y pacíficas, se engullen un mundo organizado apenas y que muere antes de haber vivido, pasando dormido á ese crisol de la universal mudanza. No existe la menor relación entre esa apacible raza de mamíferos que, lo mismo que nosotros, tienen la sangre roja y leche, y los monstruos de la edad precedente, horribles abortos del primitivo fango.

Palabra del Dia

rigoleto

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