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El buen don Roque era toda una hormiguita aprovechada, y así no fué extraño que con gran asombro de muchos le vieran en poco tiempo dueño de fincas, con criados, caballos y lleno de grandes comodidades.

Unos instantes más, é iba á entrar en una familia desconocida, bajo una especie de domesticidad mal disfrazada, con un título que me aseguraba apenas los miramientos y el respeto de los criados; esto era nuevo para .

Consideraba cómo los reñían con suavidad, los castigaban con misericordia, los animaban con ejemplos, los incitaban con premios y los sobrellevaban con cordura, y, finalmente, cómo les pintaban la fealdad y horror de los vicios, y les dibujaban la hermosura de las virtudes, para que, aborrecidos ellos y amadas ellas, consiguiesen el fin para que fueron criados.

»Cierto día presentose un hombre en mi casa y preguntó a mis criados si el señor Broschi debería ir allá, porque no le había encontrado en su alojamiento, según decía, y le era absolutamente necesario verle. Se me dio cuenta de aquella visita, e hice entrar al desconocido, como éste probablemente esperaba.

Los criados al verlos movían la cabeza sonriendo. Pero muy pronto descubrió otro medio de pasarlo aún mejor. Había cerca de casa un columpio que el tiempo, más que el uso, había deteriorado. Hizo que se arreglase, y en cuanto lo tuvo presto se pasaba las horas mecida por Gonzalo. Si vieras cómo gozo. Da un poco más fuerte.

El tío Manolillo había arrostrado por todo y había tenido la suerte de que no surgiese ninguno de esos incidentes que frustran las sorpresas mejor meditadas. Ya seguro de los criados, el tío Manolillo adelantó por las habitaciones principales. Al ir á levantar un tapiz vió de repente á la Dorotea.

Los criados, avergonzados de sus malos tratos y pesarosos de aquel repentino cambio, que elevaba de nuevo a la expósita sobre ellos, no le dirigían la palabra. El largo martirio sufrido y la terrible enfermedad con que terminó habían dejado huellas profundas en su semblante. Su rostro pálido se trasparentaba como el nácar.

Los criados comentan en voz baja, graves, lentos, reunidos a la redonda de la cesta llena de mazorcas, y sus voces supersticiosas, parece que van en la oscuridad, de un misterio hacia otro misterio. Y los pasos vienen y van. ANDREI

La melancolía, que tanto le atormentaba, se fue templando, serenose su espíritu, fue adquiriendo más firmeza en el trato de la gente y más seguridad de mismo, y ciertos accesos de humor negro, de rabia y desesperación que sin causa alguna le acometían de raro en raro y le hacían aparecer ante los criados como un epiléptico, desaparecieron por completo.

Quiso entrar a su palacio por la puerta del corral, y subió cautelosamente las escaleras, pasando por la librería y avisando silencio a los criados que se adelantaban a recibirle. ¡Cuán hondo movimiento de fastidio produjeron ahora en su ánimo aquellos vastos salones, donde había aglomerado con obstinada pasión tanto objeto valioso, escogido y adquirido por él, en sus viajes!