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Actualizado: 23 de junio de 2025


El cambio era tanto más notable, cuanto no era solamente en la política sino hasta en las costumbres. Las exuberantes e insaciables aptitudes de aquel hombre no se conformaban con tener por tarea la persecución de las reformas sociales: entre conspiración y conspiración, se daba tiempo para pasar de un amor a otro.

Cuando alguno decía que vendría de rey a Madrid el hermano de Napoleón, daba pie para las más ingeniosas improvisaciones del género epigramático. Todas las tertulias, que entonces eran muchas, pues la sociedad no se desparramaba aún por los cafés, eran, digámoslo así, verdaderos clubs donde latía sorda y terrible la conspiración nacional.

Una conspiración horrible. ¿Pero cómo...? Anoche un amigo mío, un noble joven que acababa de llegar á la corte, tuvo un desagradable encuentro á causa de una dama, con don Rodrigo Calderón. Don Rodrigo, según me ha dicho mi confesor, está herido, y esto es una desgracia. No, no señora, esto es una fortuna; don Rodrigo es un traidor.

En verdad que la Audiencia tenía por entonces mucho grave de que ocuparse con los disturbios que promovía en Chile el gobernador Meneses y con la tremenda y vasta conspiración del Inca Bohorques, descubierta en Lima casi al estallar, y que condujo al caudillo y sus tenientes al cadalso.

Y entretanto, sus necesidades se habían hecho más urgentes. La última conspiración de Cronstadt le había costado tanto, que después no había sabido qué hacer: algunas cartas encontradas en Zurich, contestaciones a otras suyas, demostraban que se había dirigido a diversas partes insistiendo con apremio para que se le ayudara.

Por otra parte, las cartas y proclamas de los patriotas penetraban misteriosamente en el Callao alentando a los conspiradores. Hoy descubría Rodil una conspiración, e inmediatamente, sin fórmulas ni proceso, mandaba fusilar a los comprometidos, y mañana tenía que repetir los castigos de la víspera.

A la vuelta de Francia, Fernando olvidó que el Marqués de Porreño había sido su enemigo en la conspiración de Aranjuez, y concedió una pensión á su hermana.

El plan que le sugiere para la realización de este designio, es el siguiente: la sultana Zelora ha tramado con el joven Mahamud una conspiración para atentar á la vida del Sultán la noche inmediata; se encontrará un puñal en poder de Zelora y una carta á Mahamud, que probarán su traición.

Y al ver que tardaba en contestar: ¿Querría usted darme a entender que tal vez pensaba en denunciar a usted, en revelar sus planes de conspiración? Yo no quiero dar a entender nada. Alejo Petrovich se perdía por esa mujer. ¿De qué modo? Por su amor, por su deseo de volver a poseerla había olvidado el deber.

¡Es la más horrible conspiración! ... Ese chisgarabís, ese tunante, el poetastro que vivía en ese cuarto, se la ha llevado. ¡Qué horror! ¡Siempre he aborrecido de muerte á los copleros! Consuélese usted, don Gil. Vamos á otra cosa. ¿Sabe usted dónde está mi tío? Si le digo á usted que no he visto iniquidad semejante murmuró el abate, sin hacer caso de la pregunta.

Palabra del Dia

vorsado

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