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En las casas más pobres había uno o más retratos de Martí. No se contentaban generalmente con tener uno solo. Si lo tenían pequeño buscaban uno más grande y conservaban el pequeño para trasladarlo a otra habitación. Si lo tenían de busto, querían tenerlo también de cuerpo entero. Si lo tenían a él solo, querían otro en que Martí estuviese fotografiado en compañía de algún amigo.

Los italianos, reñidos ya con la austera grandiosidad de Palladio, comenzaban á disgustarse de la desnudez de los miembros arquitectónicos: revestían de follages, festones, lazos y entallos los frisos y entrepaños, los frontones, los dados, si bien conservaban puras las líneas y los perfiles.

Era que el Consejo Ejecutivo, para remedio de la inferioridad agresiva de sus tropas, acababa de enviar varios cañones de los más grandes que se conservaban en el Museo Histórico. Esta artillería gruesa databa de los tiempos de Eulame, y la componían ocho piezas de asedio del tamaño y el calibre de un revólver de marca mayor, de los usados en el mundo de los Hombres-Montañas.

Difícil es formar una idea exacta de lo supeditados que estuvieron los hombres más ilustrados de esta época á las ideas absurdas de utilidad moral, de observancia de reglas, etc., circunstancia, que contribuyó sobremanera á que considerasen, como único medio de salvación para el teatro, el aniquilamiento ó extinción de los restos del drama nacional antiguo, que todavía se conservaban en su tiempo.

Aun conservaban en sus guardas la caricatura del maestro, don Román López, el pomposísimo Cicerón, como le llamábamos porque nunca hablaba del orador de Túsculo sin aplicarle rimbombante epíteto, y legibles todavía, notas, significados de inusitadas voces, sólo usadas de tal o cual poeta; listas de condiscípulos condenados a ser detenidos dos o tres horas, por no haber acertado con no qué dificultades horacianas.

Casa sevillana en verano sin gazpacho, sin talla para el agua fresca, no la había, y lo mismo el rico que el pobre consumían gran cantidad del clásico plato andaluz y tenían en lugar preferente el tallero, donde las alcarrazas limpias y rezumantes conservaban el agua como la propia nieve.

Por otro lado, además, hasta fines del siglo XVII, se escribieron y representaron nuevos dramas, que, si bien groseramente, conservaban la forma y el estilo de los antiguos, aunque careciesen del soplo poético que á aquéllos animaba.

Nada había variado: las arboledas, más copadas, conservaban la misma disposición, el mismo aspecto; el caserío de la hacienda próxima volvía ante mis ojos igual, idéntico, como una estampa admirada en la niñez, y que el mejor día, cuando menos lo esperamos, viene a recordarnos épocas dichosas.

El golpe brutal que él la diera entonces con la bota en el vientre, y el alarido de la mujer al caer de espaldas sobre los mármoles, conservaban aún, en su recuerdo, actual y tremenda realidad. La calentura le rebrotaba en la sangre al evocar en seguida el movimiento simultáneo de los moriscos, levantándose de las almohadas y acudiendo en tumulto.

A no ser por semejante desgracia, acaso hubiera tenido carrera: los Moscosos conservaban, desde el abuelo afrancesado, enciclopedista y francmasón que se permitía leer al señor de Voltaire, cierta tradición de cultura trasañeja, medio extinguida ya, pero suficiente todavía para empujar a un Moscoso a los bancos del aula.