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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Antes sucedia que por el misterio del geroglífico, querian explicar las figuras del mismo geroglífico, de donde resultaba que no conocian ni las figuras, ni el misterio, ni modo ni esencia, ni cuerpo ni alma, ni criatura ni criador. Partian de lo que ignoraban, para llegar á lo que no sabian.

Pero él y la tierra se conocían perfectamente... Y al mismo tiempo que llenaba los salones del edificio, intentó en el extenso parque cultivos y explotaciones de ganado, como una reducción de sus empresas de América. La propiedad debía sostenerse con lo que produjese. No era miedo á los gastos: era que él «no estaba acostumbrado á perder dinero».

Todos la conocían en Torresalinas, y no hablaban de ella sin sonreír y guiñar un ojo, como si les recordase algo que excitaba malicioso regocijo. Una mañana, a la sombra de la barca abandonada, cuando el mar hervía bajo el sol y parecía un cielo de noche de verano, azul y espolvoreado de puntos de luz, un viejo pescador me contó la historia.

Pero ¿y los jefes? ¿Dónde estaban los jefes para marchar á la victoria?... Su pregunta la repetían muchos. El anonimato del régimen democrático y de la paz mantenía al país en una ignorancia completa acerca de sus futuros caudillos. Todos veían cómo se formaban hora por hora los ejércitos; muy pocos conocían á los generales.

Los juglares y cantores errantes, comunes después en la Edad media á casi toda Europa, se conocían desde lo antiguo en la Francia meridional, en donde nacieron.

Uno y otro deseaban tener con él una conferencia, estudiar sus anormalidades orgánicas y comprobar sobre el terreno los datos antropológicos que ya conocían teóricamente.

Habituados todos á hacer leña en el monte, conocían los diversos ruidos de las hachas como si éstas hablasen. Sabían, por el crujido de la madera, lo que faltaba á cada tronco para partirse.

Era un rincón apacible y silencioso, cargado en primavera de flores y trinos, que no conocían los habitantes de Madrid; un oculto paraíso, un trozo de poesía para la horda traperil acampada en el cerro inmediato. Maltrana gustaba de la tranquilidad del Caño Dorado.

Hasta en París se habló muchas veces del heroísmo del poeta Simoulin, que quiso morir insultando á los invasores. ¡Viejo heroico!... En la ciudad todos conocían su grito.

Despues de otras muchas qüestiones análogas, se informó de quantas substancias distintas se conocian en Saturno, y le fué respondido que habia hasta unas treinta: Dios, el espacio, la materia, los seres extensos que sienten, los seres extensos que sienten y piensan, los seres que piensan y no son extensos, los que se penetran, y los que no se penetran, etc.

Palabra del Dia

hociquea

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