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Examinaremos las razones que mueven al Presidente MacKinley á recomendar al Congreso que no tome en consideracion la fórmula de Independencia con protectorado. aquì dichas razones: 1.a "La mayoría pacífica y leal, que no desea otra cosa sino la aceptacion de la autoridad americana, quedar

En el centro de la plazuela dominada por el palacio del Congreso está colocada, entre una verja de hierro, la bella estatua de bronce erigida á Cervantes, y cantada por Zorrilla, el bardo de las fantasías y las opulentas armonías. Los Españoles no han sido muy pródigos en estatuas y monumentos para perpetuar la gloria de sus genios; pero ya comienzan á pensar en eso.

También era él de los que salían a la escalinata del Congreso a recibir las reales personas en la sesión inaugural, y en una legislatura fue de la comisión de gobierno interior, lo que le dio gran realce ante los ujieres. Ese Brull decían en el salón de Conferencias será algo el día en que suban los suyos.

Llegados á Tortosa eligieron á Vidael Benvenista, uno de los mas sabios en su caduca lei, para que fuese su orador en el congreso, i luego se presentaron en el palacio i ante la persona de Benito XIII: quien los recibió mui afablemente, i dispuso que fuesen con toda comodidad hospedados, servidos i agasajados, ofreciéndoles que en nada recibirian molestia; pues allí eran venidos para convencerse ó no de lo errado de sus doctrinas, no para ser vejados ni oprimidos en manera alguna.

No se puede negar que existe gran semejanza entre la Junta de Castel-o-Branco y el congreso de los cántaros, y que los carlistas que componen la una y los salvajes que forman el otro, están igualmente frescos.

¿Mañana?... ¿Mañana, dice usted?... Hombre, precisamente mañana, no... respondió don Simón desconcertado, por dos razones: porque le habían leído parte de su pensamiento, y esto no le gustaba, y porque se le hacía desde luego capaz de hablar en el Congreso, lo cual le halagaba sobre toda ponderación.

El nuevo jefe del partido, viendo en él a un compañero seguro que se buscaba por mismo la entrada en el Congreso, le tenía alguna consideración. Era un soldado que no faltaba a la lista.

Ayuntamiento para celebrar un Cabildo abierto, ó Congreso general, en que se oyese al pueblo, y tomasen providencias; convidando por esquelas á la parte principal y mas sana de él.

Por el prólogo le aumentaría cincuenta duros, pero tendría que lucirse, haciendo un trabajo que asombrase y apabullase a los otros caudillos de grupo que osaban discutir en el Congreso con el ilustre jefe. Estos son misterios de alta política. ¡Qué honor para usted conocerlos siendo tan joven!

Corrieron los días, y se aprobó el acta de don Simón, como se lo tenía prometido el ministro; se constituyó el Congreso, y dieron comienzo los primeros debates políticos, apareciendo en escena los guerrilleros parlamentarios, como en avanzada de los expertos capitanes que habían de salir más tarde a dar las batallas decisivas.