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Al decir esto, sintió la Benina que se renovaba en su mente la extraña confusión y mezcolanza de lo real y lo imaginado. «Yo no si bizca o no bizca la sobrina... prosiguió la guardesa ; pero que el D. Romualdo es de tierra de Guadalajara. Es verdad... Y ahora se ha ido a su pueblo... Por cierto que le proponen para Obispo, y habrá ido a traer los papeles».

Para conseguir que desaparecieran de su mente la vaguedad y confusión de sus impresiones, que le hacían experimentar una extraña inquietud, se puso á recordar de una manera precisa y definida los planes y proyectos que él y Ester habían bosquejado para su partida.

Y todo por la arrastrada confusión de ideas; por el feo vicio que una tiene de afinar con el análisis las que mejor le parecen.

La más rara confusión de elementos heterogéneos; la unión más absurda y caprichosa de catástrofes trágicas y de cómica licencia, de paganismo y cristianismo; el concurso más singular de personajes; el enlace más monstruoso de lo completamente sandio y sin sentido con lo más ingenioso y divertido, se encuentra en El nuevo Pitágoras.

El rubor no la dejó en todo el camino. Marchaba en un estado de confusión y vergüenza que la impedía ver el suelo que pisaba. De vez en cuando sus labios se movían murmurando: ¡Qué brujas, Dios mío, qué brujas! Pero debajo de aquella vergüenza latía un pensamiento dulce más vergonzoso aún.

Finalmente, después de muchas idas y vueltas, tentativas y sustos y vacilaciones, las cuales rodeaba la exaltada doncella de gran aparato y misterio, se decidió un día a acometer aquella empresa espeluznante. ¡Cielo santo, en qué estado de confusión y terror llegó aquella tarde al confesonario! Su padre se había puesto loco, rabioso, al solo anuncio de lo que deseaba hacer.

51 Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta; confusión cubrió nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los Santuarios de la Casa del SE

Regía allí la ley de razas, si no por colores, por posiciones o categorías, y se guardaban las distancias hasta en la casa de Dios, único punto de la tierra en que es un hecho la decantada igualdad social, menos cuando se trata de esos ridículos términos medios entre la confusión de las grandes poblaciones y la tranquila sencillez de la vida campestre.

Yo estoy seguro, señores dijo el orador visiblemente conmovido, de que el individuo que ha gritado no es vecino de Sarrió, no ha nacido en Sarrió, ¡no puede ser de Sarrió! Habiendo murmurado uno que el interruptor era de Nieva, se armó en el teatro terrible confusión y estruendo. Un grito formidable de: ¡Mueran los mazaricos! ¡Viva Sarrió! se eleva de todas partes.

El joven retrocedió asustado al reconocer a su cuñada. Soltó el arma que empuñaba, empujó otra vez apresuradamente la puerta, y se fué tropezando, lleno de confusión, hacia su cuarto matrimonial. Ventura estaba leyendo tranquilamente a la luz de un quinqué. Al ver a su esposo delante, se levantó asustada. ¿Qué es eso? ¿Cómo estás aquí?