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Actualizado: 18 de junio de 2025
Eso se borre dijo Rincón ; y pues ya nos conocemos, no hay para qué aquesas grandezas ni altiveces: confesemos llanamente que no teníamos blanca, ni aun zapatos. Sea así respondió Diego Cortado, que así dijo el menor que se llamaba ; y pues nuestra amistad, como vuesa merced, señor Rincón, ha dicho, ha de ser perpetua, comencémosla con santas y loables ceremonias.
Confesemos, sin embargo, que lo que hay que leer es un artículo que no está escrito. Leer palabras y más palabras lo hace cualquiera, y toda la dificultad, si puede cifrarse en alguna cosa, se cifra evidentemente en leer un papel blanco.
Confesemos decía que los españoles fueron unos heroicos desalmados, lo peor de cada casa, y que, cuando el descubrimiento y la conquista, hicieron infinidad de barbaridades; pero confesemos también que los indios en su mayor parte estaban empecatados y entregados a todos los diablos.
Inferimos que no está bastante ilustrado el país para leer artículos en blanco, y que es más acertado meter las cosas con cuchara, como lo entiende el Boletín: adoptamos el agüero que nos ofrece nuestro silencioso cofrade. A catorce Siglos nos ha dejado este periódico; es decir, en la Edad Media; confesemos francamente que no podemos pasar de aquí, y quedémonos en blanco en hora buena.
Y sin embargo, el paisaje es bellísimo. Ni Shakspeare, ni Molière, ni Balzac han presenciado las escenas que trazan ni conocido los caracteres que estudian. Schiller confiesa que, dada su vida retirada y trabajosa, tenía muy pocas ocasiones de observar á los hombres. El modelo será, pues, necesario, pero confesemos que es signo de impotencia.
Es preciso que confesemos con dolor la superioridad de la marina inglesa, por la perfección del armamento, por la excelente dotación de sus buques y, sobre todo, por la unidad con que operan sus escuadras.
Pondré aquí, para satisfaccion de mis lectores, una conversacion muy extraña que con el señor secretario tuvo un dia Micromegas. Conversacion del morador de Sirio con el de Saturno. Acostóse Su Excelencia, acercóse á su rostro el secretario, y dixo Micromegas: Confesemos que es muy varia la naturaleza.
Todo está bien, norabuena; pero confesemos que es triste cosa haber perdido á mi Cunegunda, y ser espetado en un asador por unos Orejones. Cacambo, que nunca se alteraba por nada, dixo al desconsolado Candido: No se aflija vm., que yo entiendo algo el guirigay de estos pueblos, y les voy á hablar.
¿Consistirá esto en que los criticados que se reconocen en el cuadro de costumbres se apresuran a echar el muerto al vecino para descartarse de la parte que a ellos les toca? ¡Quién sabe! Confesemos de todos modos que es pícaro oficio el de escritor de costumbres.
Palabra del Dia
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