Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
Ricardo satisfacía a todas estas preguntas haciendo una relación circunstanciada de sus hábitos de colegial con la verbosidad del que tiene los recuerdos muy frescos y no le pesa traerlos a cuento.
Toda su ilusión era conseguir una licencia para vivir varios días en Mallorca o en la Península, lejos de la isla virtuosa y huraña, que sólo admitía al forastero como marido; embarcarse en busca de otras tierras, donde era fácil dar expansión a sus deseos exacerbados, iguales a los del colegial y el presidiario.
Leonora le había citado allí, en el refugio predilecto de los artistas, que aislado de la circulación, ocupa todo un lado de una plaza solitaria, señorial y tranquila, sin más ruidos que los gritos de los cocheros de alquiler y las patadas de los caballos. Había llegado en el primer tren de la mañana, sin equipaje alguno, como un colegial que se fuga con solo lo puesto.
En aquellos tiempos se alzaban en la plaza dos cruces, una de piedra y otra de hierro, y desde 1574, el hospital de San Juan de Dios, que aún existe, y la colegial del Salvador, cuyo edificio se comenzó á reedificar en 1671.
¿Qué? ¿Estás triste porque no comemos juntos? Mario sonrió avergonzado. Bien, pues volvámonos. Pero nada más que hoy, ¿sabes? La alegría entró de nuevo como un torrente en el alma de nuestro joven. Volvieron sobre sus pasos, entraron en el restaurant y pidieron un gabinete. ¡Qué hermosas y puras emociones experimentaron en aquella comida! Mario parecía un colegial escapado.
Satanás tienes en tu pecho, muchacha dijo a esta sazón la gitana vieja : ¡mira que dices cosas, que no las diría un colegial de Salamanca! ¿cómo es esto? que me tienes loca, y te estoy escuchando como a una persona espiritada, que habla latín sin saberlo.
Sí, hija mía: ¡estás algo empecatada! ¡Válgame Dios y cómo te ha trastornado el juicio ese teólogo pisaverde! Pues si yo fuera que tú no lo tomaría contra el cielo, que no tiene la culpa; sino contra el mequetrefe del colegial, y me las pagaría o me borraría el nombre que tengo.
El conde se puso lívido de cólera, y ya de pie, pronto a venir a las manos con el colegial, dijo con voz alterada: ¡Mientes, deslenguado! ¡Voy a deshacerte entre mis manos, hijo de la grandísima...!
Después de leer estas páginas, y hacer presente á mis lectores que el indio jamás se aburre en sus fiestas, y que asiste á ellas con todo el júbilo infantil de un colegial en día de asueto, no puedo menos de recordar la pregunta que ya queda hecha. ¿Es, ó no, feliz Ambrosio? La provincia de Tayabas á principios del presente siglo.
Vendrán por usted. Mandaré un criado. ¿Tiene usted costumbre de montar a caballo? No, señor, debo hacerlo como un colegial.... Sonrió el hacendado, y me dijo: Amiguito: ¡ya veremos!... Cabalgando se aprende.... Después se habló de mi familia, de mis tías, de la enfermedad de mi madrina, de mi abuelo, a quien había tratado en no sé qué parte, y luego, en dos palabras me despidió.
Palabra del Dia
Otros Mirando