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Actualizado: 15 de julio de 2025
[80.] Kant observa que el nervus probandi del argumento se halla en que muchas representaciones no pueden formar un pensamiento, sino en cuanto están contenidas en la unidad absoluta del sujeto pensante; «pero nadie, dice, es capaz de probar por conceptos semejante proposicion. En efecto, ¿por dónde comenzaremos la tarea? La proposicion: «un pensamiento no puede ser sino el efecto de la unidad absoluta del ser pensante,» no puede ser tratada analíticamente; la unidad del pensamiento (y todo pensamiento resulta de muchas representaciones) es colectiva; y en cuanto á los simples conceptos, del mismo modo puede referirse á la unidad colectiva de substancias que contribuyen á producir el pensamiento (así como que el movimiento de un cuerpo es el movimiento de todas las partes de este cuerpo) que á la unidad absoluta del sujeto. La necesidad de la suposicion de una substancia simple no puede por tanto ser conocida por la regla de la identidad en un pensamiento compuesto; quien conozca la razon de la posibilidad de los juicios sintéticos
Nadie se imaginaba ya al grande hombre abrazándose al comandante para morir. Las masas no aman la gloria colectiva, á causa de su vaguedad; quieren algo preciso é individual, les gusta el héroe aislado y bien á la vista. Y por esto hablaban todos del grito del señor Simoulin, del heroico reto del señor Simoulin á los enemigos, sin mencionar para nada al comandante.
Ahora comprendo lo que leí tiempo ha en cierto libro de Sociología, que me hizo honda impresión y que no he olvidado nunca: «La humanidad, dice el referido libro, considerada en su vida colectiva, no ha nacido aún.» Tratando luego de cuando nacerá, y después de larga investigación y de cálculos sutiles, pronostica que nacerá dentro de catorce mil y quinientos años sobre poco más o menos.
Los más débiles lamentaban que el comisario hubiese guardado en un rancho cerca de la población á los tres prisioneros para enviarlos al día siguiente á la cárcel del territorio. La muchedumbre, con esa ferocidad colectiva que surge en las primeras horas de una emancipación largamente esperada, quería destrozarlos, para vengarse de los miedos que la había hecho sufrir el gancho ya difunto.
Quizá algunas personas dadas a lo tradicional y castizo, apegadas a la ranciedad, no vean con buenos ojos estas improvisaciones. Sin embargo, es una de las condiciones más simpáticas de nuestra modalidad social, pues prueba su poder asimilativo en estos rápidos procesos de remoción que caracterizan nuestra vida colectiva.
Imposible es referir los vaivenes, las convulsiones, los bramidos con que se manifestaba la pasión colectiva del inmenso pólipo difundido allí, comprimido con estrechez en aquel recinto. El monstruo oprimió con su más fuerte músculo la puerta de la casa.
Y he aquí cómo las reinas hacen la historia, o, por lo menos, «las historias». Sometido el rey al influjo de la voluntad de la reina, puede ésta llevar al pueblo a un campo guerrero contrario a las conveniencias nacionales, cambiando así el curso de su historia y haciéndole infeliz en vez de venturoso, aunque la ventura colectiva quizá no sea más que un puro sueño abstracto.
Es como si al alma colectiva de la nación o casta donde esto ocurre se le cortase una de las alas. Es como ser vivo que tiene la mitad de su organismo atrofiado o inerte por la parálisis. Si el alma de la mujer es diferente de la nuestra, hasta en la operación más inmaterial debe notarse. Y yo creo justo y consolador sostener esta diferencia.
Evidentemente las causas de prosperidad están en los hábitos de personalidad religiosa, de libertad de discusion y accion individual y colectiva; en la esmerada proteccion dada á la instruccion pública, las costumbres hospitalarias respecto del extranjero y los confederados, la práctica, de la beneficencia pública, y la completa descentralizacion qué permite el desarrollo simultáneo de todos los intereses.
El ministerio ú oficio de este supremo directorio había de ser ordenar las manifestaciones del espíritu colectivo, sin el cual la nación se desmenuzaría y no sería nación, sino conjunto material, inarmónico y deforme de individuos que en lo tocante á la comunión de los espíritus quedarían aislados, y no con vida sino con muerte colectiva.
Palabra del Dia
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