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Actualizado: 15 de junio de 2025


No son tan vanos los pavones, ni mas voluptuosas las palomas, ni ménos perezosos los galápagos; solo respiraba vanagloria y deleytes vanos. Probóse Zadig á corregirle, y le envió de parte del rey un maestro de música, con doce cantores y veinte y quatro violines, un mayordomo con seis cocineros y quatro gentiles-hombres, que no le dexaban nunca.

El sabio orientalista Dozy demuestra que la inventora de la alboronía, o quien le dio su nombre, fue nada menos que la Sultana Boran, hermosa, distinguida y comm'il faut entre todas las Princesas del Oriente. Tal vez el creador de la alboronía dedicó su invención a esta Sultana, como hacen hoy los más famosos cocineros, dedicando sus guisos y señalándolos con el nombre de algún ilustre personaje.

El palacio de Salomón era inmenso, y la sociedad en él muy amena. Multitud de poetas y de tocadores de arpas, tímpanos y salterios, le regocijaban de continuo. Allí había diestras bailarinas, artistas ingeniosos que hacían muebles elegantes y otras obras de extremado primor, y los mejores cocineros que entonces se conocían.

Era intratable aquel don Álvaro. También lo era el Obispo. Y sin embargo, bien lo sabía Dios, ella le había sido fiel a Mesía, por supuesto ; todavía le amaba o cosa parecida. Le hubiera preferido siempre a todos. Pero él no quería ya. Aquello se había acabado. Se habían cansado de jugar a los cocineros.

Sois unos locos de remate. Pasáis la vida envenenándoos con la química de los cocineros. Para ti fuera del maíz todo es química. ; me harto de maíz, me harto de judías, pero mañana no imploro como los auxilios de la magnesia. Los granos de maíz se van solitos al estómago sin temor de que les den escolta las pastillas de Vichy. Los comensales reían.

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