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Actualizado: 15 de octubre de 2025
45 y de los asnos, treinta mil quinientos; 47 De la mitad, pues, para los hijos de Israel, Moisés tomó uno de [cada] cincuenta, así de las personas como de los animales, y los dio a los levitas, que tenían la guarda del tabernáculo del SE
Vamos a contar» dijo ella extendiendo su tesoro sobre el veladorcito del gabinete, mueble de hierro pintado que se salvó por milagro. Don José puso la luz en el velador y tomó asiento. «¡Si hay aquí un dineral! El billete es de doscientos...; veinte, cincuenta, ochenta. Total: setecientos veintiocho reales y dos perritos. Y no debo nada al casero... Estamos bien.
La Condesa ansiaba que la abandonase, que se casase ya, y que, hecho todo un padre de familia, se mezclase en la política de su país y fuese un hombre de Estado. La Condesa era una gran señora en toda la extensión de la palabra y muy al gusto antiguo. Estaba más cerca de los cincuenta que de los cuarenta años, si bien conservando no pocos restos de su en otro tiempo admirada hermosura.
Ante la escalinata del hotel, la esperaba el automóvil, una máquina soberbia que había costado á Sánchez Morueta cincuenta mil francos en París y de la que apenas hacía uso, habituado como estaba al carruaje de sus primeros años de opulencia, el cual, al mecerle sobre los relejes del camino, le hacía pensar en sus negocios, como si el movimiento sacudiese sus ideas adormecidas.
Lo menos cincuenta van disparadas ya dije yo, atizando el fuego de su miedo para que se marchara pronto y me dejase tan sublime comisión. Conque, chiquillo continuó, temblando como un azogado , ¿lo harás bien? Si te dan contestación la llevas a casa. Ve pronto. Yo me escaparé corriendo por esta calle donde no se siente ruido...; adiós.
Esto es, que damos cincuenta o sesenta botellas por una del mismo líquido, con la ligera modificación del alquimista o boticario. ¿Qué mar de vino, qué rió de aceite no tendrá que gastar cualquiera rica dama andaluza para comprar un vestido de casa de Worth? Pues ¿si la dama es de Almería y tiene que comprarse el vestido de Worth con el producto del esparto?
Mejor fortuna corrieron otros indios de la misma Reducción de San Juan Bautista, que entrados en una Ranchería de Puraxís, lograron reducir á la Santa fe cincuenta familias, y con ellos, alegres y contentos, dieron la vuelta á su Ranchería.
Las oyentes la escuchaban con expresiones contradictorias. Unas creían realizable su ilusión. Otras, fatalistas y melancólicas, torcían el gesto. Sabían lo que podía alcanzarse en aquella tierra. Vivir nada más... y gracias. Al principio, una gloria rápida, y luego, la miseria: una miseria peor que la de Europa. ¡Cincuenta mil francos! dijo Berta . No es mucho.
Hay hombres que pasan toda la tarde con el sombrero bajo el brazo, por ahorrarse los cincuenta céntimos que cuesta dejarlo en el vestíbulo del Casino. Hoy, al entrar, he visto á un viejo que espera á un amigo suyo todos los días junto al mostrador del guardarropa. Depositan juntos sus sombreros y gabanes; así, cada uno sólo paga veinticinco céntimos.
Tayabas tiene cincuenta y dos barrios, de modo, que los aficionados ya saben que estos catapúsanes dan un contingente de cincuenta y dos noches de jolgorio durante el año. El suizan es la verdadera fiesta del indio; en ella es donde hay que buscarlo para encontrarlo tal cual es.
Palabra del Dia
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