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Actualizado: 3 de junio de 2025
Soy ciego, sí, señor añadió el joven ; pero sin vista sé recorrer de un cabo a otro las minas de Socartes. El palo que uso me impide tropezar, y Choto me acompaña, cuando no lo hace la Nela, que es mi lazarillo. Con que sígame usted y déjese llevar. Guiado ¿Ciego de nacimiento? dijo Golfín con vivo interés que no era sólo inspirado por la compasión.
La Nela sintió escalofríos al verse acariciada por Choto. El generoso animal, después de saltar alrededor de ella, gruñendo con tanta expresión que faltaba muy poco para que sus gruñidos fuesen palabras, echó a correr con velocidad suma hacia Aldeacorba. Creeríase que corría tras una pieza de caza; pero al contrario de ciertos oradores, el buen Choto ladrando hablaba.
Como mi padre me ha prohibido que ande de noche sin abrigo, metime en la cabaña de Romolinos, y la Nela corrió a mi casa a buscarme el gabán. Al poco rato de estar en la cabaña, acordeme de que un amigo había quedado en esperarme en casa; no tuve paciencia para aguardar a la Nela, y salí con Choto. Pasaba por la Terrible, cuando le encontré a usted.... Pronto llegaremos a la herrería.
La semana pasada estaban todas secas; pero han vuelto a nacer, y está aquello que da gozo verlo. ¡Madre de Dios! Hay muchos pájaros posados allí y muchísimas mariposas que están cogiendo miel en las flores.... Choto, Choto, ven aquí, no espantes a los pobres pajaritos.
Miró y no vio nada en la negra boca. Oía, sí, los gruñidos de Choto que corría por la vertiente en derredor, describiendo espirales, cual si le arrastrara un líquido tragado por la espantosa sima. Trató de bajar Teodoro y dio algunos pasos cautelosamente. Volvió a gritar, y una voz le contestó desde abajo: Señor.... Sube al momento. No recibió contestación. ¡Que subas!
Sentémonos aquí antes de entrar en el camino real. Es lo mejor que podemos hacer. Choto, ven aquí. Los tres se sentaron. Si está esto lleno de flores... dijo la Nela . ¡Madre!, ¡qué guapas! Cógeme un ramo. Aunque no las veo, me gusta tenerlas en mi mano. Se me figura que las oigo. Eso sí que es gracioso.
Así parece desde aquí... Pero no nos retardemos, que es tarde. Prepárese usted a pasar otra galería. ¿Otra? Sí, señor. Y ésta, al llegar a la mitad se divide en dos. Hay después un laberinto de vueltas y revueltas, porque se hicieron galerías que después quedaron abandonadas, y aquello está como Dios quiere. Choto, adelante.
Choto regresó corriendo como para cerciorarse de que era seguido, y después volvió a alejarse. Como a cien metros de Aldeacorba Golfín creyó sentir una voz humana, que dijo: ¿Qué quieres, Choto? Al punto sospechó que era la Nela quien hablaba.
Palabra del Dia
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