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Actualizado: 29 de junio de 2025
Yo no sé si poseía el castellano, pero si así era, como supongo, no escribiría tan mal la hermosa lengua de Guillén de Castro, de Lope de Vega y de Ruiz de Alarcón. Sin duda, caballeros, que un espíritu chocarrero se está burlando de todos nosotros. Y dijo, y tomó el sombrero, y se retiró, sin que nadie pudiera detenerle. Mucho se habló en Villaverde del incidente.
Amén de estos goces culinarios, aficionose a los teatrillos del género chocarrero que tanto abundan en París: divirtiéronle las canciones picarescas, las muecas del payaso, la música retozona y los trajes ligeros y casi paradisíacos de aquellas bienaventuradas ninfas que se disfrazaban de cacerolas, de violines o de muñecos.
Estaban en ella cuatro rufianes, y el atambor era uno que había sido corchete, y gran chocarrero, como lo suelen ser los más atambores.
Como el embajador se fué a sentar a la mesa, él hizo lo mesmo, llegando una silla se puso a un lado; yo iba por la vianda, y veo que otros dos gerifaltes como él entraban por el corredor, y como lo vieron comiendo, dijo el uno al otro: "¡Voto a tal!, que parece que el pecado nos ata los pies, que siempre este chocarrero nos gana por la mano; que su padre no se hartó de calzarme borceguíes en Córdoba, donde tiene su ejecutoria en el techo de la iglesia mayor; ésta es la desventura nuestra, que si pasamos veinte caballeros a Italia, vienen cien infames cual éste a quererse igualar, haciéndose de los godos; como entienden que no los conocen, piensan que engomándose el bigote y arrojando cuatro plumas han alcanzado la nobleza y valentía, siendo unos infames gallinas, pues no pelean plumas ni bigotes, sino corazones y hombres; vámonos, que yo le haré que desocupe nuestros cuarteles y busque rancho."
En el tiempo había aquel día un monstruoso pliegue: las cuatro de la tarde. Isidora empezó a arreglarse desde muy temprano. ¿Cómo iría? No era conveniente presentarse a su abuela con apariencias de notorio bienestar. Todo prurito de llamativa elegancia en su honrada pobreza le parecía chocarrero y de mal gusto.
No me señaló plaza ni oficio, generalmente le servía, y generalmente me pagaba, porque o él me lo daba o en su presencia yo me lo tomaba en buen donaire; y, hablando claro, yo era su gracioso, aunque otros me llamaban truhán, chocarrero.
¿Por qué huías, hombre? -preguntó Sancho. A lo que el mozo respondió: -Señor, por escusar de responder a las muchas preguntas que las justicias hacen. ¿Qué oficio tienes? -Tejedor. ¿Y qué tejes? -Hierros de lanzas, con licencia buena de vuestra merced. ¿Graciosico me sois? ¿De chocarrero os picáis? ¡Está bien! Y ¿adónde íbades ahora? -Señor, a tomar el aire.
Palabra del Dia
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