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Actualizado: 4 de septiembre de 2025
Señorita, no me deja usted ninguna retirada posible; no me queda otro recurso que confiarme á su discreción. No sé si el nombre de los Champcey d'Hauterive le es conocido. Conozco perfectamente, señor, á los Champcey d'Hauterive, que son una buena y una excelente familia del Delfinado. ¿Qué conclusión saca usted de eso? Yo soy hoy el representante de esa familia.
El viejo notario tomó entonces del lecho una hoja de papel, y continuando, al parecer, una lectura interrumpida, leyó: «Por estas causas, instituyo por este testamento ológrafo, por legatario universal de todos mis bienes, tanto en España como en Francia, sin reserva ni condición alguna, á Máximo Santiago María Odiot, Marqués de Champcey d'Hauterive, noble de corazón como de raza.
Estos maestros en traición, me dieron á elegir entre ser fusilado en el acto, ó venderles, mediante el millón de que era portador y que me abandonaban, el secreto del paso en que se abrigaba la flotilla. Yo era joven, la tentación era demasiado fuerte; una media hora después, la Thetis era echada á pique, la flotilla tomada, y el señor de Champcey gravemente herido. Pasé un año; un año sin sueño.
He aquí el texto literal de esta pieza: A MIS HIJOS «El nombre que os lego, y que he honrado, no es el mío. Mi padre se llamaba Savage. Era regidor de una plantación en la isla, entonces francesa, de Santa Lucía, perteneciente á una rica y noble familia del Delfinado, la de los Champcey d'Hauterive.
Llevaba en papel inglés y en guineas el precio que había podido sacar por la plantación. El señor de Champcey, gracias al conocimiento minucioso que tenía de estos parajes, había podido engañar al crucero inglés y refugiarse en el paso difícil y desconocido de Crossilot.
Cuando me abandonaba con todo el egoísmo de la pasión á mi secreto éxtasis, del que es fácil se dibujara algún reflejo en mi fisonomía, fuí despertado repentinamente por estas palabras, que me eran dirigidas con voz sorda y en un tono de afectada tranquilidad: ¿Señor Marqués de Champcey, ha habido muchos cobardes en su familia antes que usted?
El anciano me esperaba delante de la puerta de su pequeño salón: después de una profunda inclinación, tomó ligeramente mi mano entre sus dos dedos y me condujo frente á una señora anciana, de apariencia bastante sencilla, que se mantenía de pie delante de la chimenea: ¡El señor marqués de Champcey d'Hauterive! dijo entonces el señor Laubepin con su voz fuerte, tartajosa y enfática: luego de pronto, en un tono más humilde y volviéndose hacia mí: La señora Laubepin dijo.
Palabra del Dia
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