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Actualizado: 28 de julio de 2025
Si es que ha leido la historia del mediodia de la Europa, debe acordarse que el emperador Luis II, cautivo del duque de Benevento, debió su libertad á una cancion compuesta por sus soldados.
Vaya lexos de mí el intento vano, Afuera pensamiento mal nascido, Que el loco enredador de amor insano De otro mas limpio amor será rompido, Cierto, cristiano soy, y he de vivir cristiano; Y aunque á terminos tristes conducido, Dadivas, promesas, ó astucias y arte, No harán que un punto de mi Dios me aparte. Sale FRANCISQUITO cautivo. Has visto, Aurelio, á mi hermano? Dices Juanico? Sí.
En fin, no faltó quien recordase la presencia de una beldad desconocida, que mantenía a Pablo cautivo de sus hechizos... Alguien pensó en hacer intervenir la policía... Pero los antecedentes y la conducta del duque se impusieron. El palacio permaneció cerrado y silencioso, hasta para los más allegados parientes.
Aquél había sido un hombre completo, un hombre representativo de su época: soldado de mar y tierra, cautivo rebelde, héroe ignorado, creyente y mujeriego, adulador sin éxito de nobles y ricos. Sólo había faltado en la vida intensa del gran hidalgo el embarque para las Indias.
Cosroes vuelve triunfante á su capital; planta la cruz robada del Salvador en el templo de Júpiter, y entrega, como esclavo, á Zacarías, patriarca cautivo de Jerusalén, en manos de Anastasio, para que éste le haga apostatar de su fe.
Tuya para siempre. Y él, sujetándola las manos, selló el desposorio con un beso más dulce que la mejor palabra. Después se separaron, sin más frases ni promesas, seguros del porvenir, dejándose cada cual su albedrío cautivo en la voluntad del otro.
Lo que más cautivó el corazón de Engracia, fue la dulzura con que Millán trató a su chico. Acaso el tierno afecto de la madre no fue sino el premio espontáneo de las caricias que el niño recibía. De todo esto no tuvo Pepe conocimiento hasta mucho tiempo después, y Pateta tampoco lo sabía cuando habló con Paz: de suerte que ésta lo ignoró por completo.
Con esto que dijo, hizo que todos se acomodasen y le prestasen un grande silencio; y él, viendo que ya callaban y esperaban lo que decir quisiese, con voz agradable y reposada, comenzó a decir desta manera: Capítulo XXXIX. Donde el cautivo cuenta su vida y sucesos
Sea lo que Dios quisiere, dijo Cervantes, y si con mi vida rescatar yo pudiera el corazón de vuestra señora, que sin tan yo merecerlo ni esperarlo, por mis amores está cautivo, con gusto la daría y mil que tuviera.
Y volviéndose al cautivo, le dijo: Decidme, amigo, cúyas eran las galeras que os daban caza, y si conseguistes por ella la libertad deseada.
Palabra del Dia
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